Rayos de valentía


Había una vez una perrita llamada Molli que vivía con su dueña Mishel en un pequeño pueblo. Molli era muy cariñosa y juguetona, pero tenía un gran problema: le tenía mucho miedo a los rayos.

Cada vez que escuchaba el trueno de un rayo, se escondía debajo de la cama y temblaba sin cesar. Mishel, preocupada por su querida mascota, intentó muchas cosas para ayudarla a superar su miedo.

Le habló con ternura, le dio abrazos reconfortantes e incluso buscó consejos en internet sobre cómo calmar a los perros asustados por los truenos. Pero nada parecía funcionar. Un día, mientras Mishel estaba paseando a Molli por el vecindario, se encontraron con su vecino malvado, Don Ruperto.

Don Ruperto siempre mostraba una actitud desagradable hacia todos y no perdía oportunidad para hacerle la vida difícil a Mishel.

"¡Eh! ¡Tú! ¿Por qué no puedes controlar a tu estúpida perra? Sus chillidos me están molestando", gritó Don Ruperto enojado. Mishel sintió mucha impotencia ante las palabras hirientes del vecino malvado. Sabía que Molli no podía controlar sus miedos y eso solo empeoraba las cosas.

Decidida a encontrar una solución para ayudar a Molli y también demostrarle al vecino malvado que ella era capaz de cuidar bien de su mascota, Mishel decidió buscar ayuda profesional.

Se enteró de un adiestrador canino llamado Pedro, que era conocido por su habilidad para ayudar a los perros con miedos y fobias. Mishel contactó a Pedro y le explicó la situación de Molli. Él accedió a ayudar y programaron una visita en la casa de Mishel al día siguiente.

Cuando Pedro llegó, observó detenidamente el comportamiento de Molli durante una tormenta simulada con sonidos grabados de truenos. Notó cómo temblaba, se escondía debajo de la cama e incluso intentaba escapar por la puerta.

Pedro se acercó a Mishel y le dijo: "Mishel, entiendo lo difícil que puede ser para ti ver a Molli así. Pero recuerda que los miedos no desaparecen de un día para otro. Necesitamos paciencia y constancia". Pedro comenzó a trabajar con Molli utilizando técnicas de refuerzo positivo.

Le enseñó comandos básicos como sentarse y quedarse quieta cuando escuchara el sonido del trueno. Poco a poco, Molli comenzó a sentirse más segura mientras trabajaba junto a Mishel y Pedro. Aprendió que podía confiar en ellos para protegerla durante las tormentas.

Un día, mientras caminaban por el vecindario, se encontraron nuevamente con Don Ruperto. Esta vez, sin embargo, Molli no se escondió asustada ante sus palabras hirientes. En cambio, mostró seguridad y valentía al lado de su amiga Mishel.

"¿Qué pasa ahora? ¿Tu perra ya superó sus miedos?" preguntó Don Ruperto sorprendido. Mishel, con una sonrisa en el rostro, respondió: "Molli está trabajando duro para superar sus miedos y yo estoy aquí para apoyarla.

Eso es lo que hacemos los buenos dueños de mascotas". Don Ruperto se quedó sin palabras al ver la determinación y el amor entre Mishel y Molli. A partir de ese día, comenzó a cambiar su actitud hacia ellos.

Con el tiempo, Molli logró superar su miedo a los rayos gracias al amor incondicional de Mishel y la ayuda experta de Pedro. Juntas demostraron que con paciencia y apoyo, cualquier obstáculo puede ser superado.

Y así, Molli vivió felizmente junto a Mishel, disfrutando cada día sin temerle más a los truenos. Y aunque había tenido un vecino malvado en el pasado, ahora tenía un amigo en Don Ruperto porque sabía que todos podemos cambiar si nos esforzamos por ser mejores personas.

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