Rebeca y El Misterio de la Orientación Educativa



Era un día soleado en el colegio de Rebeca, una niña curiosa de diez años. En clase de educación cívica, la maestra Ana había planeado una actividad especial sobre la orientación educativa. Rebeca se sentó al borde de su silla, lista para aprender algo nuevo.

"Hoy vamos a hablar sobre cómo podemos descubrir nuestras habilidades, intereses y las diferentes opciones que tenemos en la escuela y en la vida" - anunció la maestra, con una gran sonrisa en su rostro.

Rebeca levantó la mano, ansiosa por participar.

"¿Y qué pasa si no sé qué quiero hacer en el futuro?" - preguntó.

"¡Eso está bien!" - respondió la maestra "La orientación educativa nos ayuda a explorar posibilidades, a conocernos a nosotros mismos y a tomar decisiones. Hay distintas maneras de descubrir qué se nos da bien".

Mientras la clase avanzaba, la maestra les habló sobre la importancia de los diferentes campos: arte, ciencia, deportes y tecnología. Rebeca pensó que sería genial ser artista, pero había algo que la hacía dudar.

Al finalizar la clase, la maestra Ana les sugirió hacer un proyecto en grupos para explorar distintas profesiones. Rebeca se unió a sus amigas Clara y Tomás. Juntos decidieron investigar sobre el diseño de videojuegos, algo que a Tomás le fascinaba.

"¿Y si hacemos un videojuego donde la protagonista es una niña aventurera que ayuda a otros a encontrar sus talentos?" - propuso Tomás.

"¡Sí!" - gritó Clara. "Podemos enseñarles a los jugadores a descubrir sus intereses mientras juegan!"

Así comenzaron a crear su videojuego. Pero, a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que necesitaban más conocimientos sobre programación y arte digital. Rebeca tenía una idea.

"¿Qué tal si le pedimos ayuda a la profe de informática?" - sugirió.

"Buena idea, Rebeca. Así podremos hacer un mejor juego" - dijo Clara.

Después de hablar con la profesora de informática, la maestra Ana decidió organizar una orientación con un experto en videojuegos. El día llegó, y Rebeca estaba emocionada.

El invitado, un joven llamado Leo, llegó con su computadora portátil.

"Hola chicos, estoy aquí para ayudarlos a llevar su idea a otro nivel" - dijo con entusiasmo.

Durante la charla, Leo comenzó a contarles sobre su camino desde la escuela hasta convertirse en diseñador de videojuegos. Rebeca se sintió inspirada.

"Es increíble todo lo que se necesita para hacer un juego. Pensé que solo era dibujar personajes, no sabía que había tanto trabajo detrás" - comentó.

Leo sonrió y dijo:

"Sí, pero lo más importante es que sigan sus pasiones. Si les gusta, hay que seguir explorando".

Rebeca sintió que su interés por el arte seguía creciendo, pero también quería aprender más sobre tecnología. Comenzó a preguntarse si podría combinar esas dos cosas.

Después de varias semanas de trabajo, el equipo terminó el videojuego. Era una plataforma que enseñaba sobre diferentes profesiones, habilidades y la importancia de conocerse a uno mismo.

El día de la presentación llegó. El gimnasio del colegio se llenó de alumnos, padres y maestros. Los nervios invadieron a Rebeca, pero su maestra Ana le dio un empujón de confianza.

"Recuerda, Rebeca, lo importante es que compartan lo que aprendieron" - le susurró.

Rebeca tomó el micrófono y dijo:

"Hola a todos, hoy les presentamos un videojuego que hicimos para ayudar a otros a descubrir sus talentos".

Mientras jugaban, los chicos se reían y se emocionaban. Al final de la presentación, Rebeca se dio cuenta de lo que había aprendido:

"A veces, para encontrar nuestro camino, necesitamos ayuda de los demás y un poco de valentía para explorar".

La clase estalló en aplausos. Rebeca miró a Clara y Tomás y todos se abrazaron emocionados. Aquella experiencia les había enseñado mucho no solo sobre videojuegos, sino sobre la importancia de la orientación educativa y la colaboración.

Días después, Rebeca decidió pedirle a la maestra Ana que si podría organizar más charlas sobre diferentes profesiones y habilidades. Ahora, con más claro el rumbo que quería seguir, estaba lista para aventurarse y aprender aún más.

Y así, Rebeca descubrió no solo una pasión, sino también el poder de explorar, preguntar y seguir los caminos que le ofrecia la orientación educativa, una herramienta valiosa en su vida.

Desde entonces, cada vez que alguien le preguntaba:

"¿Qué querés ser de grande?"

Rebeca sonreía y respondía:

"Estoy en camino de descubrirlo".

FIN.

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