Recuerdos de mi abuelo


Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Jujuy, vivía un niño llamado Mateo.

Todos los días, después de la escuela, Mateo iba a visitar a su abuelo, Don Miguel, quien era un hombre sabio y lleno de historias. Don Miguel le contaba a Mateo acerca de la Huachunta, una montaña mágica que según la tradición guaraní, guardaba secretos milenarios. -Abuelo, ¿cómo es la Huachunta? -preguntaba Mateo con anhelo. -Es imponente, Mateo.

Sus cumbres tocan el cielo y sus bosques esconden tesoros de la naturaleza -respondía Don Miguel con una chispa en los ojos. Mateo soñaba con conocer la Huachunta, pero su abuelo siempre le decía que debía ser paciente.

Un día, mientras ayudaba a su abuelo en el jardín, Mateo encontró una vieja brújula entre las herramientas. -Abuelo, ¿para qué sirve esta brújula? -preguntó Mateo. -Esa brújula me la regaló tu abuela cuando éramos jóvenes.

Dicen que si sigues su aguja, encontrarás el camino hacia la Huachunta -respondió Don Miguel con una sonrisa. A partir de ese día, Mateo y su abuelo buscaron información sobre la ubicación de la Huachunta. Descubrieron que se encontraba en lo más profundo de la selva, rodeada de misterios y leyendas.

Animados por la idea de explorar la montaña, decidieron emprender la aventura. Durante su travesía, vivieron experiencias asombrosas, encontraron animales exóticos y paisajes maravillosos. Pero también enfrentaron desafíos que pusieron a prueba su valentía y perseverancia.

Finalmente, llegaron a la Huachunta, donde se encontraron con un grupo de personas que protegían el lugar y compartían su sabiduría con los visitantes.

Mateo comprendió que la Huachunta no solo era un destino turístico, sino un símbolo de respeto por la naturaleza y de conexión con la esencia misma de la vida. Al regresar a casa, Mateo se sentía transformado por la experiencia.

Contó a todos en el pueblo las maravillas que vio en la Huachunta y compartió las enseñanzas de los guardianes del lugar. Desde entonces, Mateo siguió visitando a su abuelo, pero ahora también compartían la misión de difundir la importancia de cuidar el medio ambiente y preservar la sabiduría ancestral.

La Huachunta se convirtió en un símbolo de inspiración para todos los habitantes del pueblo, gracias a la valentía y determinación de Mateo y Don Miguel.

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