Recuerdos de Valentina
En una tarde soleada, Valentina se sentó en el sillón de la sala de su infancia, rodeada de juguetes olvidados y fotos enmarcadas. Todo en esa habitación le recordaba a su querido abuelo, quien siempre tenía una historia emocionante que contar. Ella sonrió, recordando esas tarde de cuentos y risas.
"¿Te acordás de la vez que me contaste sobre el fantasma del viejo faro?" - preguntó Valentina, mirando una foto de su abuelo.
"¡Claro!" - respondió el abuelo, como si estuviera ahí mismo. "El fantasma era un viejo marinero que buscaba su barco perdido..."
Valentina se sumergió en el recuerdo, imaginando el faro en medio de la tormenta, la luz girando y el eco del mar.
Mientras su mente viajaba, de repente, escuchó un ruido extraño. Un suave tintineo venía del cuarto de juguetes. Valentina decidió investigar. Al acercarse, abrió la puerta y se encontró con una sorpresa: un pequeño tambor que no había visto antes.
"¿De dónde saliste?" - se preguntó, levantándolo con curiosidad.
Al tocar el tambor, la habitación se iluminó con un destello y, en un abrir y cerrar de ojos, Valentina se encontró en un mundo mágico. Todo era colorido y extraño: árboles con hojas de caramelo y ríos de chocolate. Valentina rió de felicidad.
De repente, un pequeño dragón apareció y voló a su lado.
"¡Hola! Soy Drago, el guardián de este reino. ¿Quieres explorar conmigo?"
"¡Sí! Me encantaría!" - respondió Valentina emocionada.
Juntos, surcaron cielos y visitaron islas flotantes llenas de criaturas fantásticas. Valentina le contó a Drago sobre su abuelo y sus historias de terror.
"Los cuentos son importantes. Nos enseñan a ser valientes, incluso ante nuestros miedos," - explicó Drago.
"Tenés razón. Mi abuelo decía que enfrentar nuestros miedos es lo que nos hace crecer," - dijo Valentina.
Mientras exploraban, descubrieron un castillo oscuro. Intrigada, Valentina se acercó.
"¿Qué habrá dentro?" - preguntó Valentina.
"Tal vez un monstruo curse. Pero si enfrentamos nuestros miedos, podemos descubrir algo hermoso," - dijo Drago valiente.
"Vamos juntos entonces," - respondió Valentina.
Entraron al castillo, y dentro encontraron un hermoso jardín luminoso, lleno de plantas brillantes y criaturas hermosas. El monstruo resultó ser un enorme oso, que estaba solo y triste.
"¿Por qué estás aquí, gigante?" - preguntó Valentina.
"Todos me temen porque soy grande, pero solo quiero un amigo."
"No hay que juzgar a un libro por su tapa. Vení con nosotros, te presento a Drago y a mis amigos," - ofreció Valentina.
El oso sonrió y, juntos, se marcharon del castillo, llenando el reino con risas y alegría.
Al final del día, Valentina sintió que ella y sus nuevos amigos habían formado un lazo especial, casi como el que había tenido con su abuelo.
"Nos vemos pronto, Valentina," - dijo Drago al despedirse.
"Sí, esto fue increíble!" - respondió Valentina con felicidad.
Cuando Valentina regresó a su sala, todavía sonaba el eco de las risas. Se dio cuenta de que las historias de su abuelo y sus nuevas aventuras le enseñaron una lección importante: los miedos son menores cuando los enfrentamos con amigos y valentía.
Desde ese día, Valentina prometió nunca dejar de contar historias, aprendiendo a convertir cada miedo en una aventura.
FIN.