Redescubriendo la Magia



Era una fría mañana en el taller de Papá Noel. Los elfos estaban ocupados en la fabricación de juguetes, pero Papá Noel siempre se había caracterizado por su energía y alegría. Sin embargo, ese día, él se sentía un poco diferente.

Caminó hacia la mesa de los elfos y, al ver a su amigo Bartolo, le dijo: "¡Hola, Bartolo! ¿Te acordás que teníamos planeado ese paseo al Polo Norte?".

Bartolo, sonriendo, respondió: "¡Pero Papá Noel, eso fue el año pasado!". Papá Noel se rascó la cabeza, confundido. "Ah, sí, claro. ¡Siempre tan divertido, Bartolo!".

Días pasaron, y los despistes de Papá Noel se multiplicaron. Se olvidaba de cómo envolver los regalos, no recordaba las listas de los niños y, en más de una ocasión, se perdió en su propio taller. Los elfos comenzaron a preocuparse.

Una tarde, mientras los elfos hacían un descanso, se encontraron hablando. "Nos preocupa Papá Noel. Tal vez esté perdiendo la memoria", comentó Florecita, una elfa muy dulce.

"Y si sigue así, ¿qué haremos en Navidad?", añadió Max, otro elfo inquieto.

"No sé, pero tenemos que hacer algo".

Decididos a ayudar a su amigo, junto a un grupo de niños del pueblo cercano, organizaron un pequeño plan. Juntos, idearon una serie de actividades divertidas y llenas de risas para revitalizar a Papá Noel.

Un día, los niños llegaron al taller y gritaron con entusiasmo: "¡Sorpresa, Papá Noel! ¡Vamos a jugar, hacer deportes y disfrutar juntos!".

Papá Noel, algo desconcertado, les dijo: "Chicos, ¿están seguros de que yo puedo hacer eso? Estoy demasiado ocupado y... uh, un poco olvidadizo".

Los niños reían y le respondieron: "¡No te preocupes! Vamos a ayudarte a recordar lo divertido que puede ser jugar y moverse. ¡Ven con nosotros!".

Así fue como empezaron a jugar al escondite, a correr carreras y a hacer volteretas en la nieve. Papá Noel, aunque un poco torpe al principio, comenzó a disfrutar cada momento. Se sentía vivo, lleno de energía, y poco a poco, su risa regresó.

Tras varios días de juegos y actividades, los elfos no podían creer lo que veían. "¡Miren a Papá Noel! ¡Está más feliz y activo!", exclamó Max.

"¡Y mirá cómo envuelve esos regalos!", agregó Florecita, asombrada.

Un día, mientras descansaban, Papá Noel miró a los niños y sus amigos elfos, y con una sonrisa sincera, dijo: "Chicos, creo que ya no estoy tan olvidadizo. Solo necesitaba un poco de diversión y ejercicio".

Los niños lo miraron sonrientes y uno de ellos, llamado Juan, le respondió: "¡Claro, Papá Noel! Todos necesitamos recordar la alegría de jugar y movernos. "

A partir de ese momento, Papá Noel se comprometió a mantener la diversión en su vida. Comenzó a hacer pausas en su trabajo, a compartir risas con los elfos y a participar en actividades diarias que lo mantenían activo. Aprendió que cuidar de su cuerpo también era cuidar de su mente.

Cuando llegó la Navidad, Papá Noel volvió a ser el mismo de siempre: alegre, enérgico y lleno de magia. Nunca olvidaría la lección que aprendió aquel año: que la amistad, el ejercicio y la alegría son esenciales para mantener el espíritu vivo.

Desde entonces, cada Navidad, organizaba un gran evento deportivo para todos los elfos y niños, celebrado en el taller, donde la risa y la magia nunca faltaban.

FIN.

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