Refugio de Tito


Había una vez un pequeño ratón llamado Tito que vivía en una cueva oscura y fría. Durante el día, exploraba la cueva y buscaba comida para sobrevivir. Pero por las noches, se sentía muy solo y asustado.

Una noche, mientras Tito dormía plácidamente, comenzó a llover muy fuerte afuera de la cueva. La lluvia era tan intensa que empezó a filtrarse dentro de la cueva y mojar todo lo que había en su interior.

Tito se despertó asustado al sentir el agua caer sobre su cuerpo. Miró hacia arriba y vio las gotas de lluvia caer desde el techo de la cueva. No sabía qué hacer ni dónde ir para protegerse.

De repente, una idea cruzó por su mente: ¿y si construyo algo para protegerme de la lluvia? Entonces, decidió buscar materiales en la cueva para construir algo que lo cubriera de la lluvia.

Después de unos minutos, encontró unas ramitas secas y hojas grandes que podían servirle para construir un refugio improvisado. Con mucho esfuerzo y dedicación, logró construir una pequeña estructura con paredes hechas con hojas grandes pegadas con barro.

Cuando terminó su refugio improvisado, se acostó debajo del mismo esperando que dejara de llover pronto. Sin embargo, durante toda esa noche siguió lloviendo sin cesar. A pesar del ruido constante de las gotas cayendo sobre su refugio improvisado, Tito logró dormir tranquilo sabiendo que estaba protegido de la lluvia.

Al día siguiente, cuando salió de su cueva, se dio cuenta que todo estaba empapado y mojado por la lluvia. Pero él, gracias a su ingenio y perseverancia, había logrado construir algo que lo protegió de las inclemencias del tiempo.

Desde ese día en adelante, Tito se sintió más seguro y confiado para enfrentar cualquier situación difícil que pudiera presentarse.

Y así fue como el pequeño ratón aprendió una importante lección: nunca hay que darse por vencido ante las adversidades y siempre hay que buscar soluciones creativas para superar los obstáculos.

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