Renata y el Don de la Predicción
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía Renata, una niña de diez años con una don especial: podía predecir lo que iba a suceder en el futuro inmediato. Desde que se dio cuenta de su habilidad, Renata decidió que la usaría para ayudar a sus amigos y vecinos.
Una mañana de sol radiante, Renata se encontraba jugando en el parque con su mejor amiga, Clara.
"¡Mirá, Renata! ¡Mirá cómo salta el perro!" - dijo Clara emocionada.
"Sí, pero creo que va a caer justo al lado de la fuente" - respondió Renata.
En ese mismo instante, el perro, con toda su energía, saltó y... ¡plaf! Cayó al lado de la fuente, empapando a todos.
"¡Tuviste razón!" - gritó Clara riendo. "Es increíble, Renata. ¿Qué más podés prever?"
Renata sonrió, contenta de compartir su don. Pero no siempre era fácil. A veces, las cosas que veía no eran demasiado alegres. Un día, mientras caminaban hacia la escuela, Renata sintió una inquietud.
"¿Ves ese árbol que está al lado del camino? Creo que va a caer una rama, así que pasemos rápido" - sugirió Renata.
Clara, intrigada, miró hacia el árbol, y justo cuando comenzaron a acelerar el paso, una rama se rompió y cayó al suelo justo donde estaban paradas.
"¡Wooow, Renata! ¡Eres como una superheroína!" - dijo Clara, llena de admiración.
Sin embargo, Renata también sabía que a veces su don no era tan divertido. Un día, mientras caminaba a casa, vio a su vecino, Don Miguel, tratando de arreglar su viejo coche.
"Creo que este es el día en que su coche se va a romper de verdad", pensó Renata, triste por lo que había visto. Y de repente, escuchó un estruendo. El coche de Don Miguel comenzó a emitir humo y se detuvo.
"¡Oh, no!" - exclamó Renata. "Clara, necesitamos ayudarlo."
"¿Pero cómo vamos a ayudar, si previmos que iba a pasar eso?" - preguntó Clara.
"Podemos ayudar después a que lo solucione. No podemos quedarnos de brazos cruzados" - respondió Renata con determinación.
Así que las chicas corrieron hacia Don Miguel.
"¡Hola, Don Miguel! ¡Parece que su coche no va a funcionar!" - dijo Renata, algo nerviosa.
"Sí, parece que se rompió de nuevo. Pero no te preocupes, puedo arreglarlo" - respondió Don Miguel, con una sonrisa.
Renata y Clara decidieron ayudarlo. Mientras Don Miguel trabajaba en el motor, las niñas le pasaban herramientas y le traían agua.
"Esto es lo que se siente tener amigos, chicas. No siempre se trata de tener superpoderes, sino de estar ahí para los demás" - dijo Don Miguel, agradecido.
Renata se sintió feliz al ver que su habilidad no solo servía para evitar problemas, sino también para ayudar a los demás. Desde ese día, entendió que a veces simplemente estar presente y actuar era más importante que saber lo que iba a pasar.
Después de esto, Renata siguió haciendo uso de sus poderes para ayudar en su comunidad. Cuando ella predecía algo no tan bueno, se aseguraba de actuar junto a sus amigos para cambiar la situación. Con el tiempo, Renata y Clara se convirtieron en las heroínas del pueblo, aunque el verdadero poder residía en su bondad y disposición para ayudar.
Así, Renata aprendió que, aunque podía prever el futuro, lo más importante era vivir en el presente y crear un futuro mejor con las acciones que tomaba hoy. Y así, el pueblo no solo se volvió un lugar más seguro, sino también más unido.
Y así, con cada predicción y cada acto de bondad, Renata hizo del mundo un lugar mejor, mostrándole a todos que, en realidad, los superpoderes vienen en muchas formas, siendo el amor y la amistad dos de los más fuertes.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.