Renata y los 10 Peeritos



Era un hermoso día en el barrio de Renata. El sol brillaba, y un aire fresco se sentía en la mañana. Renata estaba emocionada porque hoy era el día de su gran aventura en el parque con sus diez queridísimos peeritos: Pedro, Pablo, Pía, Pipo, Pati, Pacho, Pato, Nina, Nito y Nela.

- ¡Mamá, ya estoy lista! -dijo Renata mientras se ponía su gorra favorita.

- Aún no he terminado de hacer el desayuno, Renata. ¡Ten paciencia! -respondió su mamá sonriendo.

Finalmente, después de un desayuno delicioso que preparó su mamá, Renata salió al patio donde ya la esperaban los peeritos.

- ¡Hola a todos! -saludó Renata con alegría.

- ¡Hola, Renata! -gritaron al unísono los peeritos.

Los peeritos eran como parte de su familia, siempre estaban listos para un nuevo juego o aventura. Juntos, comenzaron a caminar hacia el parque, y en el camino, sus papás los acompañaban, charlando sobre lo que harían en la tarde.

- ¡Quiero ir al tobogán! -dijo Pedro saltando de emoción.

- ¡Yo quiero jugar al fútbol! -gritó Pía.

Cuando llegaron al parque, todos los niños corrieron hacia el tobogán. Pero cuando Renata y los peeritos estaban a punto de subir, se dieron cuenta de que había una larga fila.

- ¡Esto va a tardar un montón! -se quejó Nela.

- No te preocupes, podemos jugar en otro lado mientras tanto, -sugirió Nito.

Mientras aguardaban, los papás comenzaron a contar cuentos hasta que llegara su turno.

- Les contaré sobre la vez que vi el mar por primera vez, -dijo el papá de Renata.

Los peeritos estaban todos escuchando atentamente.

- ¡Qué emocionante! -exclamó Pipo.

Finalmente, luego de unos minutos, llegó el momento de deslizarse por el tobogán. Pero había un pequeño problema: una niña, muy nerviosa, estaba delante de ellos y no se atrevían a deslizarse.

- ¡No te preocupes! -dijo Renata acercándose a la niña- Todos somos amigos y podemos hacerlo juntos.

La niña se miró confundida.

- Pero tengo miedo... -confesó.

- ¡No pasa nada! -dijo Pati con firmeza- Si lo hacemos juntos, será más fácil. ¡Te tomaremos de la mano!

Los diez peeritos, junto con Renata, le sonrieron a la niña, que al verlos se sintió un poco más segura.

- De acuerdo... -dijo la niña tímidamente.

Así que, uno por uno, se agarraron de las manos y subieron al tobogán. Cuando llegaron a la cima, todos gritaron al unísono:

- ¡3, 2, 1, ¡Vamos!

Se deslizaron con risas y gritos, el miedo quedó atrás y al final del tobogán festejaron su valentía. La niña sonrió feliz y les agradeció a todos.

- ¡Gracias por ayudarme! -les dijo.

- ¡De nada! -respondió Renata- ¡Ahora somos amigos!

Luego de varias horas de juegos, todos se sintieron cansados, pero muy felices.

- ¡Qué gran día! -dijo Nela mientras se sentaban todos en el césped.

- Esto es lo mejor de ser amigos -agregó Pato.

Antes de irse, Renata se dio cuenta de que el parque había sido no solo un lugar de diversión, sino también una oportunidad para hacer nuevos amigos y para ayudar a quienes se sienten inseguros.

Ya de regreso a casa, los papás de los peeritos pusieron en práctica algunos de los cuentos que contaron en el parque. Hablaron sobre la importancia de ser valientes y de ayudar a los demás, mientras los peeritos escuchaban atentamente.

- ¡Hoy fue un día increíble! -dijo Renata al llegar a casa.

- La aventura fue muy divertida, pero lo que más valoro es haber ayudado a nuestra nueva amiga.

Y así, mientras el sol se ocultaba, Renata aprendió que la verdadera alegría viene de ser un buen amigo y ayudar a otros a encontrar la valentía que todos llevamos dentro.

FIN.

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