Renato y el concurso mágico en Villa Mordisca
Había una vez en el bosque encantado de Villa Mordisca, un pequeño zorrito llamado Renato que tenía la mala costumbre de morder y pegar a todos sus amigos.
Renato pensaba que así demostraba ser valiente y fuerte, pero en realidad asustaba a los demás animales del bosque. Un día, cansados de su comportamiento, los demás animales se reunieron para hablar sobre cómo podían ayudar a Renato a cambiar.
Fue entonces cuando la sabia lechuza Doña Alba propuso una idea brillante: organizar un concurso en el cual todos los animales mostrarían sus talentos sin lastimarse entre sí. El premio sería un fabuloso banquete preparado por la ardilla Cocó.
Renato aceptó participar en el concurso, decidido a demostrar que era capaz de divertirse y competir sin necesidad de morder ni pegar. El primer desafío consistía en una carrera de obstáculos, donde cada animal debía superar pruebas como saltar troncos y cruzar ríos.
Renato estaba emocionado y dispuesto a dar lo mejor de sí mismo. -¡Vamos, Renato! ¡Tú puedes hacerlo sin lastimar a nadie! -le gritaban sus amigos desde la línea de meta. Con esfuerzo y determinación, Renato logró completar la carrera sin recurrir a la violencia.
Estaba feliz consigo mismo y sorprendido al descubrir lo bien que se sentía al colaborar con los demás en lugar de pelear. El siguiente desafío era una competencia de acertijos organizada por el inteligente búho Don Eusebio.
Cada animal debía resolver un enigma antes de que se agotara el tiempo.
Renato puso toda su concentración en encontrar la respuesta correcta y, para su alegría, ¡lo logró! Después de superar todas las pruebas del concurso, llegó el momento más esperado: la entrega del premio al ganador. Los animales aplaudieron emocionados mientras Cocó traía el banquete repleto de frutas frescas, nueces y miel.
-¡Felicidades, Renato! Has demostrado que no hace falta lastimar a otros para ser valiente y habilidoso -dijo Doña Alba con orgullo.
Renato sonrió ampliamente, sintiéndose lleno no solo por el delicioso banquete frente a él sino también por haber aprendido una gran lección: la importancia de respetar a los demás y trabajar juntos para alcanzar metas comunes. Desde ese día, Renato se convirtió en un ejemplo para todos los habitantes del bosque encantado. Aprendió que no era necesario morder ni pegar para ser admirado; bastaba con mostrar amabilidad y compañerismo hacia los demás.
Y así fue como Villa Mordisca dejó atrás su pasado conflictivo para convertirse en un lugar donde reinaba la armonía y el respeto mutuo entre todos sus entrañables habitantes.
FIN.