Renta y sus berrinches



En un pequeño pueblo llamado Ribot, vivía una niña llamada Renta, conocida en el barrio por ser muy temperamental. A menudo, sus amigos y familiares decían que tenía berrinches como si fueran fuegos artificiales: llenos de colores, ruido y sorpresas, pero que también podían ser un poco molestos. Un día soleado, Renta se preparaba para ir al parque con sus amigos.

"¡Hoy quiero ser la reina del parque!" - exclamó Renta mientras se ponía su corona de papel dorado.

"¡Sí, Renta!" - respondieron sus amigos, emocionados por jugar juntos. Pero justo antes de salir, Renta vio que su madre había cambiado su juguete favorito por un libro.

"¡No quiero leer! ¡Quiero mi juguete!" - gritó furiosa.

Su madre, con calma, le dijo: "Querida, leer también puede ser divertido, y lo disfrutarás. Pero si te enojas, no podrás jugar con tus amigos hoy."

"¡No me importa!" - lanzó el libro al suelo y corrió hacia la puerta.

Al llegar al parque, todo parecía perfecto. Sus amigos estaban ahí esperando y tenían una pelota nueva.

"¡Juguemos!" - propuso uno de ellos. Pero, de repente, la pelota se fue rodando hacia la charca y se hundió.

"¡NO! ¡QUÉ MALDICIÓN!" - gritó Renta, haciéndose eco de su berrinche habitual.

Vio cómo todos se preocupaban por la pelota y empezó a sentir que el mundo se le venía abajo. "¡Siempre que quiero jugar pasa algo malo!" - decía, frustrada.

"Renta, no te enojes, podemos intentar sacarla" - sugirió su amigo Tomi.

Renta, aún molesta, se cruzó de brazos. "¡No! Si no puedo jugar, no jugaré nada. ¡Quiero irme a casa!"

Pero entonces, vio cómo sus amigos, en lugar de rendirse, comenzaron a pensar en soluciones. "Podemos hacer una cadena humana para llegar a la pelota" - dijo Sofía.

"O usar un palo para sacarla" - añadió Tomi.

"Renta, ven, ¡ayudanos!" - la llamaron.

Al ver cómo todos colaboraban sin ningún tipo de enojo, Renta sintió que algo en su corazón empezaba a cambiar. "¿Ustedes pueden?" - preguntó, un poco más suave.

"¡Sí! Juntos podemos lograrlo" - respondió Sofía con una sonrisa.

Renta decidió unirse. Se agachó y empezó a pensar en cómo podría ayudar. Mientras colaboraba, se dio cuenta de que dejar salir su enojo le había privando él de un momento divertido con sus amigos. Al final, gracias a su trabajo en equipo, lograron sacar la pelota del agua.

"¡Sí! ¡Lo logramos!" - gritaron al unísono, abrazándose todos.

"Lo siento, chicos, me comporté mal antes. No debí enojarme así" - dijo Renta, con la mirada un poco más tranquila.

"No importa, Renta. Lo importante es que aprendiste a trabajar en equipo y a divertirte" - le respondió Tomi, mientras le ofrecía la mano.

Desde aquel día, Renta decidió que sería la reina del parque no solo al usar su corona, sino compartiendo risas y alegría con sus amigos. Y cuando sentía que un berrinche estaba por salir, recordaba lo divertido que era jugar juntos y no dejar que la frustración ganara.

Así, Renta aprendió a manejar su enojo y a disfrutar plenamente de los momentos con sus amigos, llenando cada día con risas.

Y así fue como Renta se convirtió en una niña feliz, reconociendo que a veces, las soluciones se encuentran cuando nos unimos y dejamos de lado los berrinches.

FIN.

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