Renzo y la escuela de los talentos ocultos



Renzo era un niño muy curioso y valiente, pero cuando se enteró de que tendría que cambiar de escuela por el trabajo de sus padres, sintió un miedo enorme.

La idea de dejar a sus amigos y enfrentarse a lo desconocido le generaba una sensación extraña en la panza. El primer día en su nueva escuela, Renzo se sentía nervioso. Miraba a su alrededor y veía caras desconocidas, a lo lejos escuchaba risas y voces que no reconocía.

Se acercó tímidamente al patio donde algunos chicos estaban jugando al fútbol. -¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes? -preguntó Renzo con timidez. -¡Claro! ¡Bienvenido! Soy Martín, ¿cómo te llamas? -respondió uno de los chicos mientras le pasaba la pelota.

Renzo se presentó y poco a poco fue integrándose al grupo. Descubrió que todos eran muy amables y divertidos.

Jugaron juntos durante el recreo y Renzo se dio cuenta de que hacer nuevos amigos no era tan difícil como pensaba. Después del colegio, Martín lo invitó a su casa para seguir jugando videojuegos. Renzo estaba emocionado, pero también un poco asustado. Nunca antes había ido solo a la casa de alguien que acababa de conocer.

Al llegar, Martín le mostró su habitación llena de juegos y juguetes. Renzo se relajó y pronto ambos estaban inmersos en una emocionante partida virtual. Se olvidaron del tiempo hasta que la mamá de Martín los llamó para merendar.

Mientras comían galletitas con chocolate caliente, Martín le contó a Renzo sobre sus propios miedos cuando llegó por primera vez a esa escuela.

Le dijo que es normal sentirse asustado ante lo nuevo, pero que siempre hay personas dispuestas a ayudar y hacer amigos. Esa conversación hizo clic en la mente de Renzo. Se dio cuenta de que todos tienen miedos en algún momento, pero lo importante es superarlos con valentía y confianza en uno mismo.

Decidió entonces abrirse más con sus compañeros e intentar nuevas experiencias sin temor al rechazo o al fracaso. Con el paso de los días, Renzo se fue adaptando cada vez mejor a su nueva rutina escolar.

Hizo varios amigos más, participó en actividades extracurriculares como teatro y música, e incluso descubrió una pasión por las matemáticas gracias a su nueva maestra.

Una tarde, mientras jugaba con sus amigos en el patio del colegio, recordó aquel primer día lleno de incertidumbre y sonrió para sí mismo. Estaba orgulloso del camino recorrido desde entonces: había vencido sus miedos, hecho nuevos amigos increíbles e incluso descubierto talentos ocultos dentro suyo.

Renzo entendió que los cambios pueden ser intimidantes al principio, pero también traen consigo oportunidades maravillosas para crecer y aprender cosas nuevas. Y así siguió adelante con alegría y determinación hacia todo lo que el futuro tenía preparado para él.

FIN.

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