Rescate en el Bosque
En una montaña lejana, vivía una niña llamada Sofía que era pastora de ovejas. Todos los días, muy temprano en la mañana, salía con su rebaño a pastar por las verdes colinas.
A pocos kilómetros de allí, en lo más profundo del bosque, vivía un leñador llamado Martín. Un día soleado, mientras Sofía cuidaba a sus ovejas cerca del bosque, escuchó un sonido extraño.
Era el balido de una de sus ovejas que se había extraviado entre los árboles. Sofía decidió ir en su búsqueda y se adentró en el espeso bosque. Al mismo tiempo, Martín estaba trabajando cortando leña cuando escuchó un ruido inusual. Era el cacareo de una gallina perdida.
Sin pensarlo dos veces, decidió seguir el sonido y adentrarse más en el bosque.
Sofía caminaba con valentía entre los árboles buscando a su oveja perdida cuando escuchó otro sonido familiar: ¡era el mugido de su vaca! Sin dudarlo, siguió el sonido hasta encontrarla pastando tranquilamente junto a un arroyo. "¡Ahí estás!", exclamó Sofía emocionada al encontrar a la vaca sana y salva.
Mientras tanto, Martín seguía avanzando guiado por el sonido de la gallina hasta llegar a un claro donde encontró no solo a la gallina perdida sino también al perro extraviado del granjero vecino. "¡Vaya sorpresa! Parece que hoy es mi día de encontrar animales perdidos", dijo Martín riendo mientras acariciaba al perro y recogía la gallina en brazos.
Sofía regresaba con su vaca al rebaño cuando escuchó un nuevo sonido desconocido. Era el maullido de un gato asustado que venía desde lo alto de un árbol.
Con habilidad y paciencia logró rescatar al minino y llevarlo sano y salvo al pie del árbol. "Gracias por salvarme", dijo el gato mientras restregaba su cabeza contra las piernas de Sofía.
Martín continuaba su camino de regreso cuando escuchó un último sonido proveniente de lo alto de otro árbol cercano: era el graznido desesperado de un cuervo atrapado entre las ramas. Con ingenio y destreza logró liberar al ave negra que emprendió vuelo rápidamente dejando escapar un graznido triunfal.
Ambos regresaron a sus hogares sintiéndose felices por haber ayudado a los animales perdidos. Desde ese día, cada vez que alguno escuchaba algún animalito extraviado sabían qué hacer: seguirían los sonidos para guiarlos nuevamente hacia casa.
Y así fue como la valentía y la compasión convirtieron a Sofía la pastora y Martín el leñador en héroes para todos los animales del bosque y la montaña. Fin
FIN.