Rey Lobo



En un bosque frondoso y encantado, donde la luz del sol apenas lograba traspasar las copas de los árboles, vivía un lobo llamado Leo. Aunque todos creían que los lobos eran fieros y temidos, Leo era diferente. Soñaba con ser amado y respetado por los otros habitantes del bosque. Un día, mientras paseaba, se encontró con un pequeño conejo llamado Guille, que estaba atrapado en un arbusto espinoso.

"¿Necesitás ayuda?" - preguntó Leo, acercándose con cuidado.

"¡Sí, por favor!" - respondió Guille, asustado. "No puedo salir de aquí."

Con un gesto amable, Leo utilizó su fuerte pata para despejar las ramas y liberar al pequeño conejo. Guille, agradecido, saltó de alegría.

"¡Muchísimas gracias, Leo! ¡Sos un verdadero héroe!" - exclamó.

Leo sonrió y se sintió feliz por haber ayudado. Sin embargo, los otros animales del bosque aún pensaban que el lobo era un depredador peligroso. Aunque él intentaba demostrar lo contrario, nadie le prestaba atención.

Una tarde, mientras todos los animales se reunían cerca del arroyo para beber agua, escucharon un grito aterrador. Era la lechuza sabia, que estaba atrapada en una red, puesta por cazadores.

"¡Ayuda! ¡Por favor!" - gritaba la lechuza, con plumas desordenadas.

Los animales miraron atemorizados a Leo, dudando si él sería el adecuado para ayudar.

"No, ¡él es un lobo! Nos va a comer!" - murmuró un ciervo, temblando.

Pero Leo, decidido a demostrar su valentía, dio un paso adelante.

"No se preocupen. Yo puedo ayudarla. No quiero hacerles daño. Solo quiero ayudar." - dijo Leo, su voz firme.

Con su astucia, lanzó un salto y comenzó a morder la red, mientras los otros animales lo miraban con incredulidad. Después de unos momentos de esfuerzo, logró liberar a la lechuza.

"¡Sí! ¡Lo lograste!" - exclamó Guille, mientras todos los animales aplaudían.

La lechuza, agradecida, voló alrededor de Leo.

"¡Eres valiente y noble! Te debemos nuestra libertad." - dijo la lechuza, con gratitud.

Sin embargo, en ese instante, el eco de un rugido se escuchó en el bosque. Un gran oso, conocido por ser muy territorial, apareció entre los árboles, furioso.

"¿Quién se atreve a invadir mi terreno?" - rugió el oso.

Los animales, aterrados, se acercaron a Leo, quien respiró hondo.

"No tengo intención de hacerte daño, solo estamos reunidos aquí. Pero no podemos permitir que asustes a los demás." - respondió Leo, su corazón latiendo rápido.

El oso, sorprendido por la valentía de Leo, se detuvo. "¿Tú hablas con respeto a mí? No es común que un lobo se atreva a conversar."

"Solo quiero vivir en paz. Todos merecemos un lugar en este bosque. ¿Por qué no podemos compartirlo?" - dijo Leo.

La valentía de Leo despertó algo en el oso. "Quizás tienes razón. He estado tan enfadado que no he escuchado a los demás. ¿Podrías ser mi amigo?" - preguntó, suavizando su voz.

"¡Claro!" - respondió Leo, sonriendo.

Desde ese día, Leo creó un consejo donde todos los animales del bosque podían expresar sus ideas y preocupaciones. Con el tiempo, todos aprendieron a valorar las diferencias y a vivir en armonía.

Leo, el lobo que una vez fue temido, se convirtió en el Rey Lobo, respetado y querido por todos sus amigos. Juntos hicieron del bosque un lugar lleno de amistad y diversión.

Y así, el lobo que soñó con un bosque unido logró que todos aprendieran la importante lección de que la amistad y la comprensión siempre son más poderosas que el miedo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!