Río y sus Nuevas Aventuras



Era un hermoso día de primavera cuando Río se despertó emocionado. Era su primer día en un colegio nuevo, y aunque estaba un poco nervioso, estaba ansioso por conocer nuevos amigos. Su mamá lo ayudó a elegir su camiseta favorita, que era de color azul, y le dijo: "Recordá, Río, ¡hoy es un gran día! Así que sonreí y sé vos mismo!".

Al llegar al colegio, Río se sintió un poco perdido entre tantos chicos y chicas que corrían y reían. Pero cuando entró al aula, allí estaba la señorita Yolanda, una mujer de cabello castaño y una sonrisa cálida. "¡Hola, chicos! Bienvenidos al nuevo año escolar. Hoy vamos a conocer a nuestros nuevos compañeritos!" dijo con alegría.

Esa fue la señal que necesitaba para sentirse un poco mejor y, al observar alrededor, vio a un niño de rulos que estaba en la esquina. Era Mateo, quien lo miró y le sonrió. "¡Hola! ¡Yo soy Mateo! ¿Eres nuevo aquí?".

"Sí, me llamo Río", respondió con un brillo en los ojos.

Luego, una chica con coletas que estaba cerca de Mateo se acercó. "¡Yo soy Sofía! ¡Es genial tener a alguien nuevo en la clase!"

Río se sintió feliz y aliviado. Los tres rápidamente hicieron una gran amistad y se unieron en una aventura: conocer el colegio entero.

Pasaron por el patio y descubrieron un gran tobogán.

"¡Vengan, hay que probarlo!" exclamó Mateo, mientras corría hacia él.

Río, un poco temeroso, decidió seguirlo. Sofía, siempre entusiasta, ya había subido y le gritaba "¡Vamos, Río! ¡No te vas a arrepentir!".

Después de deslizarse por el tobogán, se rieron tanto que se quedaron sentados en el césped por un momento. "Esto es increíble. Espero que podamos hacer esto todos los días después de clase", dijo Río, aún con una sonrisa enorme.

Los días seguían pasando, y Río se dio cuenta de que el colegio no solo era un lugar para aprender, sino que también se llenaba de risas y aventuras. Un día, la señorita Yolanda les propuso hacer un proyecto sobre los animales. Todos los chicos estaban entusiasmados, y los tres amigos decidieron hacer un trabajo sobre las ranas. "¡Me encantan las ranas! Vamos a investigar para hacer un súper proyecto", sugirió Sofía.

Mientras trabajaban, comenzando a buscar información, se dieron cuenta de que había una gran charca en el parque cerca de su colegio. "¡Vamos a buscar ranas de verdad!" propuso Mateo. Así que, al final de la semana, pidieron permiso a la señorita Yolanda y se fueron de excursión.

La inmersión en la naturaleza fue maravillosa. Se reían mientras buscaban en la charca, metiendo los pies en el agua. Río estaba un poco nervioso, ya que nunca había visto muchas ranas, pero Mateo y Sofía estaban al borde de la emoción. "¡Mirá, Río! ¡Una rana!" gritó Sofía mientras apuntaba hacia un pequeño sapo.

Pero de repente, algo inesperado sucedió. Mientras todos miraban al sapo, Río, emocionado, se perdió en el fango y cayó de espaldas.

"¡Ay no, Río! ¡Estás cubierto de barro!", se rió Mateo, con los ojos abiertos de sorpresa.

"No importa, es divertido", dijo Río entre risas y, a lo lejos, la señorita Yolanda los miraba mientras contenía la risa también.

Luego, en la escuela, todos los chicos se rieron del incidente y al final, Río no se sintió mal en absoluto. "Creo que esto va a ser la mejor historia de nuestro proyecto", comentó con picardía.

El día del proyecto llegó, y aunque todos estaban un poco nerviosos, Río fue el primero en hablar.

"¡Las ranas son fascinantes! Nos divertimos mucho investigando, y aunque me caí en el barro, ¡eso solo hizo la aventura aún más memorable!".

Los compañeros aplaudieron y el trabajo fue un gran éxito.

"Muy bien dicho, Río", dijo la señorita Yolanda, quien estaba orgullosa de sus alumnos.

"Así se hace, chicos, lo más importante es disfrutar y aprender unos de otros".

Desde entonces, Río disfrutó cada día en su nuevo colegio, lleno de aventuras con Mateo y Sofía. Aprendieron que todos los días podían ser una aventura, y que la amistad era el mejor ingrediente para disfrutar de cada momento. Entonces, al mirar hacia atrás, Río sonrió al pensar en su primer día:

"No podría haber pedido mejores amigos ni un mejor colegio".

Con el tiempo, Río, Mateo y Sofía vivieron muchas más historias juntos, siempre recordando que cada día era una oportunidad para explorar, aprender y, sobre todo, jugar. Y así, juntos, ¡nunca dejaron de soñar con nuevas aventuras!

FIN.

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