Rita la Rata y el Jardín Mágico
En una alegre mañana en el bosque de Cuentavia, Rita la Rata despertó con una curiosidad desbordante. Siempre había oído historias sobre un jardín mágico lleno de flores extraordinarias que podían hablar y contar historias. Sin pensarlo dos veces, decidió que era hora de buscar ese jardín.
Mientras caminaba, se encontró con su amigo el Pájaro Pipo, que estaba picoteando algunas semillas.
"¡Hola, Pipo!", saludó Rita con entusiasmo. "¿Sabías que hay un jardín mágico en el bosque? Quiero ir a verlo."
"¿Un jardín mágico? Eso suena increíble!", exclamó Pipo. "¿Sabés cómo llegar?"
Rita sacó un pequeño mapa que había encontrado en un libro de cuentos.
"Creo que sí. Dice que hay que encontrar el Árbol Susurrante y seguir el camino de flores azules."
"¡Vamos juntos!", propuso Pipo, agitando sus alas con alegría.
Así, Rita y Pipo se adentraron en el bosque, conversando sobre lo que podrían encontrar en el jardín. Pero, al llegar al Árbol Susurrante, se dieron cuenta de que el camino de flores azules estaba cubierto por espinas.
"¡Ay!", gritó Rita, al pincharse una pata.
"¿Qué haremos ahora?", preguntó Pipo, preocupado.
Rita pensó por un momento y luego dijo:
"Tal vez debemos buscar otra ruta o encontrar una manera de quitar las espinas."
Juntos, comenzaron a explorar el área y vieron a una Tortuga llamada Tula, que caminaba lentamente por el suelo. Ella les escuchó y se detuvo.
"Hola, pequeños amigos. ¿Qué les trae aquí?"
"Estamos buscando el jardín mágico, pero este camino está lleno de espinas", explicó Rita.
Tula sonrió.
"Yo puedo ayudarlos, pero necesito que me ayuden a mí también. Hay unas rocas que necesitaba mover, pero son muy pesadas para mí. Si me ayudan, puedo mostrarles cómo llegar al jardín sin espinas."
Rita y Pipo se miraron y asintieron entusiasmados.
"¡Claro, Tula! Vamos a ayudarte!", dijeron al unísono.
Pasaron un rato moviendo las rocas y, como recompensa, Tula les enseñó un camino secreto detrás de un arbusto frondoso.
"Sigan este sendero, y encontrarán el jardín en un santiamén", les dijo Tula, dándoles una sonrisa de aliento.
Tras una breve caminata, llegaron a un lugar donde las flores brillaban con diferentes colores y formas. En medio del jardín, una gran Flor Rosa les habló.
"Bienvenidos, visitantes. Soy Florinda, la guardiana de este jardín. ¿Qué desean saber?"
Rita, asombrada, respondió:
"Queremos escuchar historias y aprender de las flores."
Florinda sonrió y comenzó a contarles historias sobre el bosque, la amistad y la importancia de cuidar la naturaleza. En ese momento, Rita y Pipo comprendieron que las flores no solo eran bellas, sino también guardianas de sabiduría.
"¡Qué mágico es todo esto!", dijo Rita felizmente.
Pipo aplaudió sus alas.
"Nunca imaginé que las flores pudieran hablar. Estoy tan contento de haber venido contigo."
Después de escuchar muchas historias, llegó el momento de partir.
"Gracias, Florinda. Prometemos cuidar de la naturaleza y nunca olvidar lo que hemos aprendido hoy."
"Recuerden, pequeños, que cada flor tiene su propia historia y si cuidan el bosque, un día regresarán por más."
Y así, Rita y Pipo regresaron a casa, llenos de alegría y nuevas enseñanzas, cada uno con la promesa de cuidar su hermoso bosque y compartir lo aprendido con sus amigos. Desde ese día, siempre que veían una flor, recordaban a Florinda y su maravillosa historia, y nunca dejaron de explorar, aprender y valorar la magia que los rodeaba.
FIN.