Rita y el poder de la amistad
Rita era una chica alegre y llena de sueños. A pesar de su energía, su entorno no la valoraba. Siempre enfrentaba miradas despectivas y comentarios hirientes en su trabajo y su barrio. Un día, mientras caminaba por el parque, escuchó risas. Se acercó y vio a un grupo de chicos que hablaban sobre algo que parecía muy divertido.
"¿No pueden dejar de reírse tanto?" - preguntó Rita, sintiendo que la excluían.
"No es para vos, Rita. Mejor andá a jugar sola con tus cosas" - dijo uno de los chicos, mientras se reían entre ellos.
Rita se sintió triste, pero en vez de rendirse, decidió hacer algo.
Al día siguiente, se armó de valor y decidió crear un cartel que decía: "Todos somos diferentes, pero eso nos hace especiales". Lo colgó en el parque, justo en el lugar donde los chicos se reunían.
El primer chico que lo vio fue Juan, quien al principio se burló, pero luego se sintió curioso.
"¿Qué es esto, Rita?" - preguntó, escéptico.
"Es un recordatorio de que cada uno es único. Deberíamos celebrar nuestras diferencias, no rechazarlas" - respondió Rita, con una sonrisa.
Juan decidió compartirlo con sus amigos. Cada día, más chicos comenzaron a acercarse para hablar con Rita. Por su forma de compartir sus talentos y su amor por el arte, comenzaron a hacer murales juntos.
Un día, mientras pintaban un mural que representaba la diversidad, una mujer mayor se acercó.
"Qué hermoso esto, chicos. Pero, ¿realmente creen que la gente va a cambiar?" - preguntó, dudosa.
"Claro, necesitamos dar el ejemplo. Si todos aprendemos a respetar y a valorar nuestras diferencias, podemos hacer grandes cosas juntos" - dijo Rita, motivando a los demás.
Así fue como el grupo decidió hacer una gran fiesta en el parque para invitar a todos los vecinos. Hicieron carteles, organizaron juegos y prepararon una mesa con comida. Todos estaban emocionados por mostrar su amistad.
El día de la fiesta, llegaron muchas personas, incluso algunos que antes habían discriminado a Rita. Había música, juegos y una galería de murales donde cada persona podía dejar su huella de colores. Al verlo, algunos comenzaron a darse cuenta de lo bonito que era unirse en vez de separarse.
"¿Por qué no pensé en esto antes?" - se preguntó uno de los chicos que se había burlado de ella.
Rita, al escuchar, les sonrió y dijo:
"Es fácil olvidarnos que todos tenemos algo valioso para ofrecer. Pero juntos podemos crear un mundo mejor donde todos se sientan incluidos".
La fiesta resultó ser un éxito. Al final del día, hubo risas, abrazos y un nuevo compromiso de respeto y amistad entre todos. Desde ese día, las miradas despectivas comenzaron a ser reemplazadas por sonrisas y saludos.
Rita se había convertido en un modelo a seguir y su mensaje se expandió por todo el barrio. La discriminación disminuyó y la inclusión floreció.
"Gracias, Rita. Gracias por abrirnos los ojos" - le dijo uno de los chicos, con sinceridad.
A lo que ella solo respondió:
"La amistad es un puente que debemos construir todos los días".
Y así, Rita aprendió que aunque enfrentó dificultades, su valentía y deseo de unir a las personas fueron más poderosos que cualquier tipo de discriminación.
FIN.