Rita y su sueño lunar
Rita era una niña muy curiosa y soñadora. Desde pequeña, siempre había sentido fascinación por la luna y su brillo mágico en el cielo nocturno.
Pero lo que más deseaba en el mundo era poder llegar hasta ella montada en su bicicleta. Cada noche, antes de dormir, Rita se acercaba a la ventana de su habitación y observaba atentamente cómo la luna brillaba con todo su esplendor. Soñaba despierta con pedalear tan alto como pudiera para alcanzarla.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Rita escuchó una conversación entre dos adultos que le llamó mucho la atención.
"-Dicen que hay un cohete espacial que puede llevar a las personas hasta la luna", comentó uno de ellos emocionado. "¡Wow! ¡Sería genial poder viajar al espacio!", respondió el otro lleno de asombro. Aquella conversación hizo que los ojos de Rita se iluminaran de emoción.
Si existía un cohete espacial capaz de llevar a las personas hasta la luna, tal vez podría tener una oportunidad para cumplir su sueño. Decidida a descubrir más sobre aquel cohete espacial, Rita corrió hacia casa y buscó información en internet junto a sus padres.
Descubrieron que efectivamente existían cohetes espaciales capaces de llevar astronautas hasta la luna. Sin embargo, también se dieron cuenta de que esos viajes eran extremadamente costosos y solo unos pocos privilegiados podían permitírselos.
Rita sintió un poco de tristeza al saber esto, pero decidió no rendirse tan fácilmente. Si no podía llegar a la luna en un cohete espacial, lo haría de otra manera. Con su bicicleta como su fiel compañera, Rita comenzó a entrenar día tras día.
Pedaleaba por las calles de su barrio con una determinación inquebrantable. Cada vez que veía la luna en el cielo, se decía a sí misma: "¡Voy a llegar hasta allá!"Un día, mientras pedaleaba más rápido que nunca, Rita vio algo sorprendente.
Un globo aerostático estaba despegando justo enfrente de ella. Sin pensarlo dos veces, se acercó corriendo y preguntó al piloto si podría llevarla hasta la luna.
El piloto sonrió y le explicó que el globo aerostático no era capaz de llegar tan alto como la luna, pero le ofreció un paseo para disfrutar del paisaje desde las alturas. Rita aceptó emocionada y subió al globo aerostático junto al piloto.
Mientras ascendían lentamente hacia el cielo, Rita observaba maravillada cómo los árboles y las casas se volvían cada vez más pequeños. Desde arriba, pudo ver todo su barrio e incluso divisar la ciudad en la distancia.
Pero cuando levantó la vista hacia el cielo estrellado, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al ver la hermosa luna brillando sobre ellos. "-¿Sabes qué? Aunque no pueda llegar físicamente hasta allá montada en mi bicicleta, estoy feliz de haber tenido esta experiencia", dijo Rita con una gran sonrisa.
El piloto asintió comprensivamente y le respondió: "-A veces, los sueños nos llevan por caminos inesperados. Lo importante es disfrutar del viaje y nunca dejar de soñar".
Rita volvió a casa con el corazón lleno de alegría y una nueva perspectiva sobre sus sueños. Aunque no había llegado a la luna montada en su bicicleta, había descubierto que siempre habría otras formas de experimentar cosas maravillosas.
Desde aquel día, Rita siguió pedaleando con entusiasmo por las calles de su barrio, sabiendo que aunque no pudiera tocar la luna físicamente, siempre podría acercarse a ella en sus sueños y en su imaginación.
Y así, con cada noche estrellada que observaba desde su ventana antes de dormir, Rita recordaba que los sueños pueden llevarnos tan alto como deseemos si creemos en ellos y nunca dejamos de intentarlo.
FIN.