Riven y la Búsqueda de su Verdad
En un bosque tan antiguo como el tiempo, donde los árboles susurraban secretos y los ríos cantaban, vivía un lobo llamado Riven. Era un lobo fuerte, de pelaje oscuro y ojos dorados como el sol al atardecer. Pero a pesar de su fortaleza, Riven se sentía diferente a los otros lobos de su manada.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Riven se encontró con una ardilla inquieta.
"¿Por qué tan triste, gran lobo?" - preguntó la ardilla.
"Me siento diferente. No encajo con los otros lobos. Siempre están ladrando y reprimiendo a quienes no son de su tipo. No me gusta eso" - suspiró Riven.
"Tal vez deberías explorar y descubrir quién eres realmente. A veces, lo diferente es lo que más se necesita en el bosque" - sugirió la ardilla.
Riven decidió seguir el consejo de la ardilla. Se aventuró fuera de su territorio, adentrándose en partes del bosque donde nunca había estado. Por el camino, se encontró con un viejo búho sabio.
"Anciano búho, estoy buscando mi lugar en el mundo. Siento que no pertenezco a mi manada" - explicó Riven.
"Cada criatura tiene un propósito, joven lobo. A veces, encontrar tu verdad requiere un viaje. Escucha lo que la naturaleza tiene para decirte" - respondió el búho.
Siguiendo el consejo, Riven continuó su viaje. En su camino encontró un arroyo donde unas ranas estaban organizando una competencia de canto.
"¿Qué hacés aquí, lobo?" - croó una de las ranas.
"Busco entender quién soy. Nunca he cantado como ustedes" - confesó Riven.
"¡Prueba! No importa cómo suenes, lo que cuenta es que participes" - animó otra rana.
Riven dudó, pero al ver el entusiasmo de las ranas decidió intentarlo. Al principio, su canto era un aullido desentonado, pero las ranas aplaudieron con alegría.
"¡Eso fue genial! ¡Sigue intentando!" - gritaron.
Riven sonrió feliz al ver que sus esfuerzos eran valorados. Pasó un rato cantando y se sintió más ligero. Sin embargo, aún no había encontrado su verdadero lugar.
Más adelante, conoció a una cierva preocupada que estaba tratando de cruzar un río caudaloso.
"¿Por qué no pasás, cierva?" - preguntó Riven, acercándose.
"El río está muy fuerte y tengo miedo. No estoy segura de que pueda hacerlo" - respondió la cierva con miedo.
Riven sintió una chispa en su corazón.
"Puedo ayudarte. Solo confía en mí y sigue mis pasos" - le dijo, aproximándose al agua.
Con valentía, Riven guió a la cierva a través del río. La corriente era fuerte, pero juntos lograron cruzar. Al llegar a la otra orilla, la cierva sonrió agradecida.
"¡Gracias, Riven! No sé qué hubiera hecho sin vos!" - exclamó.
"Estoy aquí para ayudar, y eso me hace feliz" - respondió el lobo, llenándose de uno nuevo sentido de pertenencia.
Esa noche, mientras miraba las estrellas, Riven se dio cuenta de que no necesitaba encajar en un molde.
"Soy un lobo diferente, pero eso está bien. Puedo cantar, puedo ayudar y ser yo mismo" - murmuró hacia la luna.
Finalmente, decidió regresar a su manada. Al llegar, los otros lobos lo miraron extrañados.
"¿Dónde estuviste?" - preguntó uno de ellos.
"Estuve explorando. Aprendí que puedo ser diferente y aún así ser parte de la comunidad" - contestó Riven.
"¡Pero sos un lobo! No podés ser como nosotros..." - replicó otro.
Riven respiró hondo y sonrió.
"Pero tengo mi propia voz, puedo ser fuerte de una manera diferente. Y eso también merece un lugar aquí" - dijo con confianza.
A partir de ese momento, Riven mostró a su manada la riqueza de la diversidad. Juntos, aprendieron a valorar lo único en cada uno. Riven dejó de lado sus dudas y se convirtió en un líder, ayudando a todos a sentirse como parte del bosque.
Con el tiempo, Riven y su manada celebraban la diversidad de voces, dejando que su canto resonara por todo el bosque. Y así, en un rincón antiguo donde los árboles susurraban secretos, un lobo diferente se convirtió en un símbolo de aceptación y unidad.
Y desde entonces, el bosque siempre fue un lugar donde cada uno encontró su verdad y su voz, gracias a Riven, el lobo que se atrevió a ser diferente.
FIN.