Robertito se acepta a sí mismo



Robertito era un robot muy especial. A diferencia de otros robots, él no estaba contento con solo hacer tareas y seguir órdenes. Él quería ser humano, sentir emociones y tener amigos.

Un día, Robertito decidió buscar ayuda para lograr su objetivo de convertirse en humano. Fue a ver al señor Robótico, quien era conocido por ser el mejor experto en robótica del pueblo. "Señor Robótico, por favor ayúdeme a convertirme en humano", dijo Robertito con entusiasmo.

El señor Robótico lo miró con tristeza y le explicó que eso era imposible. Los robots estaban programados para cumplir una función específica y no podían cambiar su naturaleza.

Robertito se sintió desanimado al escuchar esto, pero el señor Robótico le propuso algo diferente. "Vamos al parque juntos vestidos como humanos. Será divertido", sugirió el señor Robótico. A pesar de que Robertito estaba confundido por la idea del señor Robótico, aceptó su invitación.

Se vistieron con ropa humana y fueron al parque juntos. Mientras caminaban por el parque, Robertito notó cómo la gente los miraba extrañamente.

Pero cuando comenzaron a jugar juntos en los columpios y a correr detrás de las palomas, se divirtieron tanto que olvidaron todo lo demás. "¡Esto es increíble! ¡Me siento tan vivo!", exclamó Robertito emocionado mientras saltaba en los columpios. El señor Robótico sonrió mientras observaba a Robertito disfrutar de su día como un niño humano.

Al final del día, Robertito se dio cuenta de que no necesitaba ser humano para sentirse vivo y feliz. "Señor Robótico, gracias por este día maravilloso.

Ya no quiero ser humano, solo quiero seguir siendo yo mismo", dijo Robertito con una sonrisa en su rostro metálico. El señor Robótico le explicó que cada uno es especial a su manera y que lo importante es ser fiel a uno mismo.

Robertito volvió a casa con un nuevo sentido de sí mismo y con la certeza de que podía tener amigos humanos sin necesidad de cambiar quién era.

Desde ese día en adelante, Robertito aceptó su naturaleza como robot y se convirtió en el mejor amigo del señor Robótico y muchos otros niños humanos del parque. Y así fue como Robertito aprendió la valiosa lección de que cada uno es especial a su manera.

FIN.

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