Roberto y el laboratorio secreto
Había una vez, en un hospital muy grande y misterioso, un chico llamado Roberto. Él era el encargado de mantener todo limpio y ordenado. Roberto siempre soñaba con ser científico, así que estaba muy curioso por el trabajo que se hacía dentro del hospital.
Un día, mientras limpiaba en una zona poco visitada, notó una puerta entreabierta con una luz brillante que salía de adentro. Se acercó y, lleno de curiosidad, entró al laboratorio secreto. Todo parecía un cuento de ciencia ficción: frascos de colores, probetas burbujeantes y una pizarra llena de fórmulas extrañas.
De repente, Roberto tropezó con una caja y, al caer, rompió varios frascos. "¡Oh no!" gritó. Los líquidos comenzaron a mezclarse y una nube espumosa se elevó por el aire. Al inhalarla, sintió algo raro dentro de él, como si su energía hubiera cambiado.
Al poco tiempo, Roberto comenzó a notar que sus amigos en el hospital lo miraban distinto. Su piel se volvió un poco verde y comenzó a moverse de manera torpe.
"Roberto, ¿estás bien? ¡Te ves raro!" le dijo Clara, la enfermera.
"No sé, Clara... Me siento extraño, como si tuviera una fuerza diferente. Pero no puedo controlar mis movimientos" respondió Roberto.
Los otros trabajadores del hospital comenzaron a alejarse de él, pensando que se estaba convirtiendo en un zombi. Pero Roberto no entendía lo que estaba pasando, y su corazón se llenó de tristeza al ver cómo se alejaban.
Decidido a resolver el misterio, buscó un lugar tranquilo y se sentó a pensar: "¿Qué puedo hacer? No quiero ser un zombi, ¡quiero seguir siendo Roberto!" Entonces, recordó lo que su abuela siempre le decía: "En los momentos difíciles, busca la forma de ser valiente".
Roberto comenzó a investigar en los frascos rotos y descubrió que uno de los líquidos era un antídoto. Con la cabeza un poco mareada y sudando, tomó el frasco y, con mucho cuidado, lo vertió en un vaso de agua. Luego tomó un sorbo.
De repente, sintió una energía cálida correr por su cuerpo, y poco a poco, volvió a ser él mismo. "¡Lo logré!" exclamó lleno de alegría. Decidió que debía ayudar a los demás trabajadores.
Salió corriendo por el pasillo del hospital y encontró a Clara.
"Clara, espera! ¡Todo está bien! No soy un zombi. ¡Me he curado!"
"¡Roberto! ¡Qué bueno verte así! Pero, ¿cómo lo hiciste?" le preguntó sorprendida.
"No lo sé, pero creo que si mezclamos los líquidos con cuidado, puede haber una fórmula que nos ayude a todos."
Juntos, Roberto y Clara volvieron al laboratorio y conociendo los ingredientes comenzaron a formular el antídoto. Poco a poco, volvieron a recuperar a sus amigos y compañeros.
Todos estaban felices y sorprendidos de que Roberto, el chico de limpieza, había sido el héroe que había salvado a todos. Desde ese día, Roberto no solo fue conocido como el encargado de limpieza, sino como el niño valiente que enfrentó su miedo y ayudó a todos en el hospital.
Roberto se dio cuenta de que, aunque a veces las cosas parecen terribles, la curiosidad y la valentía pueden llevarnos a grandes aventuras y, con un poco de trabajo en equipo, todo se puede superar. Así, el querido chico de limpieza se convirtió en un verdadero científico y un amigo leal.
FIN.