Roberto y la Aventura de la Amistad



Era una mañana soleada en el pequeño pueblo de Colorín, donde vivía Roberto, un joven amable y lleno de energía. Sin embargo, un día, algo extraño sucedió. Roberto tuvo un pequeño accidente que lo llevó a un hospital donde, ¡sorpresa! Se transformó en un zombie, pero con algo muy especial: ¡pensamientos y sentimientos como los demás!

Al despertar, Roberto sintió un hambre voraz, pero no por cualquier comida, sino por carne humana. Reviviendo un antiguo deseo, decidió salir a buscar algo de comer. Sin embargo, no quería hacerle daño a nadie.

"¿Qué me está pasando?" - exclamó, mirando a su amiga Clara, que estaba paralizada de miedo en una esquina.

Clara, asustada, salió corriendo a esconderse detrás de una puerta. Sin embargo, Roberto, aún sintiendo el deseo inexplicable de comer carne, se cruzó en el camino de un paciente que estaba en quirófano.

"No, no, esto no puede ser..." - murmuró, mientras el hambre lo llevaba a actuar de forma incontrolable, comiendo al paciente.

Pero lo que Roberto no sabía era que el paciente también tenía un secreto: al morderlo, Roberto no solo se saciaba, sino que, de alguna forma, contagiaba su energía de vida a otros. Después de ese encuentro, Roberto se dio cuenta de que cada vez que comía, algo en su interior cambiaba. En lugar de convertirse en un simple zombie, comenzó a tener el poder de convertir a otros en zombies también.

"¡Ay no!" - se lamentó, comenzando a preocuparse. No quería que más personas vivieran lo que él estaba experimentando. Así que decidió hacer algo valiente. Se sentó y empezó a entender su situación.

Con su nuevo talento, Roberto pensó en usarlo para ayudar a los demás. Así que decidió crear una escuela para zombies, donde pudiera enseñar a otros a controlar su hambre y canalizar sus deseos de una manera positiva. Habló con Clara, quien estaba escondida y muy asustada.

"Clara, vos no tenés que tener miedo. Puedo enseñarte a ser un zombie buena onda. ¡Imaginá lo que podríamos hacer juntos!" - le dijo con una sonrisa zombie.

Intrigada, Clara se acercó lentamente.

"¿En serio? ¿Puedo ser parte de eso?" - preguntó.

"¡Claro! Vamos a mostrarle a todos que ser zombie no significa ser malo. Juntos podemos hacer cosas geniales. Por ejemplo, ayudar a los animales perdidos y ser amigos de los niños en lugar de asustarlos.” - Roberto comenzó a entusiasmarse.

Así, Clara se unió a la cruzada de Roberto. Empezaron a invitar a otros zombies a su escuela, donde todos aprendieron a prepararse ricos vegetales y frutas en lugar de comer carne humana. Con el tiempo, Colorín se transformó en un lugar donde humanos y zombies convivían en armonía

"Mirá, Roberto, nos estamos convirtiendo en todos amigos. Mencioname un zombie que hayamos conocido que no quiera vivir así" – Clara sonrió.

La escuela de zombies de Roberto se llenó de alegría, y pronto el pueblo entendió que ser diferente no significa ser malo. Los zombies demostraron que podían ser amigos, ayudar y vivir en paz. En la graduación de su primer grupo, Clara puso en práctica un discurso.

"Todos tienen algo especial, incluso los zombies. Y aunque algunas cosas nos asusten al principio, siempre podemos mostrar al mundo nuestra mejor versión" - concluyó.

Roberto, mientras miraba a su alrededor sonriendo a cada uno de sus nuevos amigos, supo que el cambio que encontró en su vida también había ayudado a otros a encontrar valentía en sus diferencias. Al final, nadie era perfecto, pero juntos crearon un mundo inesperadamente hermoso, donde las amistades no se limitan a las apariencias.

FIN.

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