Roberto y la valiente bibliotecaria



Había una vez en la escuela "Rayito de Sol" un niño llamado Roberto que estaba en primer grado. Era un niño curioso y amante de los libros, siempre se perdía entre las páginas de cuentos y aventuras.

Pero un día algo inesperado ocurrió. Roberto estaba en la biblioteca de la escuela buscando un libro sobre dinosaurios, cuando de repente comenzó a escuchar voces susurrantes que parecían salir de las estanterías llenas de libros.

Se quedó helado, sin saber qué hacer. Las voces se hacían más fuertes y él empezó a imaginar sombras acechando entre las filas de libros. -¡Ay, ayúdenme! -pensaba Roberto mientras su corazón latía con fuerza.

De pronto, los libros comenzaron a moverse solos y a caer al suelo uno tras otro. Roberto sintió un escalofrío recorrer su espalda y pensó que monstruos horribles saldrían de entre las páginas para llevárselo lejos. -¡Socorro! ¡No quiero irme con los monstruos! -gritaba Roberto asustado.

En ese momento, apareció la señorita Ana, la bibliotecaria del colegio. Ella notó el miedo en los ojos de Roberto y se acercó rápidamente para calmarlo. -Tranquilo, Roberto. No hay ningún monstruo aquí.

Lo que pasa es que a veces los libros nos sorprenden con historias maravillosas que cobran vida en nuestra imaginación -explicó la señorita Ana con una sonrisa tranquilizadora.

Roberto miraba incrédulo a su alrededor mientras los libros dejaban de moverse y todo volvía a estar en calma. Poco a poco recuperaba el color en su rostro y dejaba atrás el miedo que lo había invadido momentos antes. -¿De verdad no hay monstruos? -preguntó Roberto tímidamente. -No, querido.

Los únicos monstruos que existen son aquellos que creamos nosotros mismos en nuestra mente cuando tenemos miedo. Los libros son amigos que solo quieren contarnos historias increíbles -respondió la señorita Ana con ternura.

Desde ese día, Roberto aprendió a enfrentar sus miedos gracias al apoyo de la señorita Ana y descubrió el poder transformador de la lectura.

Cada vez que entraba a la biblioteca, recordaba aquella experiencia como una lección valiosa: nunca debemos dejar que nuestros miedos nos impidan disfrutar del mundo maravilloso de los libros y la imaginación. Y así, cada página era un nuevo viaje lleno de aventuras por descubrir.

FIN.

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