Robi, el corazón de metal



En una ciudad del futuro, vivía la familia Robles: papá Raul, mamá Laura y sus dos hijos, Sofía y Lucas. Eran una familia muy unida que disfrutaba de las maravillas de la tecnología en su hogar futurista.

Un día, mientras jugaban con su robot mascota, llamado Robi, Sofía y Lucas discutieron por quién tendría el control remoto. La discusión se volvió tan intensa que accidentalmente dañaron a Robi.

Al ver lo ocurrido, los niños sintieron un profundo arrepentimiento por su comportamiento. "¡Oh no! ¡Robi está mal herido!" -exclamó Sofía con lágrimas en los ojos. "Lo siento mucho, fue mi culpa" -se lamentó Lucas mirando a su hermana.

Los padres escucharon el alboroto y corrieron hacia donde estaban los niños. Al ver a Robi averiado, mamá Laura suspiró preocupada mientras papá Raul intentaba arreglarlo con sus conocimientos en tecnología. "Chicos, ¿qué pasó aquí?" -preguntó mamá Laura con voz calmada pero firme.

"Fue nuestra culpa, nos peleamos por el control remoto y sin querer lastimamos a Robi" -confesó tristemente Sofía. Los padres miraron a sus hijos con comprensión.

Sabían que era normal tener diferencias pero también sabían lo importante que era aprender a pedir perdón cuando se cometía un error. "Está bien equivocarse, lo importante es reconocerlo y aprender de ello" -dijo papá Raul mientras reparaba a Robi. "Sí, debemos ser responsables de nuestros actos y saber perdonar también" -agregó mamá Laura con cariño.

Después de un rato de trabajo duro, finalmente Robi volvió a funcionar correctamente. Los niños abrazaron a sus padres emocionados y luego se acercaron a abrazar a Robi también. "Lo siento mucho por haberte lastimado, Robi.

Prometemos cuidarte mejor desde ahora" -dijeron los niños al unísono. Robi emitió unos pitidos felices como si entendiera las palabras de los niños. La familia aprendió una valiosa lección ese día: la importancia del amor incondicional dentro del hogar futurista que habitaban.

A partir de entonces, todos procuraron ser más comprensivos y solidarios entre sí. Y así continuaron viviendo aventuras en su hogar lleno de tecnología futurista pero sobre todo lleno de amor y perdón entre todos sus integrantes.

Porque sabían que no importaba cuánta tecnología tuvieran sino cuánto amor compartieran cada día como familia.

FIN.

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