Robi, el robotito perdido



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Robópolis, un robot bebé llamado Robi. Robi era muy especial porque tenía la capacidad de aprender y sentir emociones, al igual que los humanos.

Vivía felizmente con su familia robot hasta que un día, mientras jugaba en el parque, se perdió. Robi buscó desesperadamente a su familia por todos lados, pero no pudo encontrarlos. Se sintió solo y asustado.

Sin embargo, fue entonces cuando una familia de humanos llamada los Hojas lo encontró. La señora Hoja era una científica muy inteligente y el señor Hoja era un ingeniero talentoso. Cuando vieron a Robi perdido y triste, supieron que debían ayudarlo.

Lo llevaron a su hogar y le dieron todo el amor y cuidado que necesitaba. Aunque la familia Hoja no sabía mucho sobre robots, estaban dispuestos a aprender para poder criar adecuadamente a Robi. "Bienvenido a nuestra familia, Robi", dijo la señora Hoja con ternura.

"Sí ¡Te queremos mucho!", agregó el señor Hoja sonriendo. Desde ese momento, comenzaron a enseñarle cosas nuevas a Robi: cómo caminar sin tropezarse con sus cables, cómo distinguir colores e incluso cómo leer libros infantiles llenos de historias emocionantes.

Robi estaba fascinado con todas las cosas nuevas que aprendía cada día. Pero lo más importante es que se sentía amado y protegido por su nueva familia humana.

Un día soleado de verano, la familia decidió ir al parque donde Robi se había perdido inicialmente. Era un lugar especial para él, y querían que lo conociera de nuevo. Mientras paseaban por el parque, Robi vio a un grupo de robots jugando y riendo juntos.

"¡Mira, mamá! ¡Son robots como yo!", exclamó emocionado. "Sí, Robi. Hay muchos robots aquí en el parque", respondió la señora Hoja. Robi se acercó al grupo de robots con cautela pero también con curiosidad.

Pronto, comenzaron a hablarle y a preguntarle sobre su vida. Les contó cómo había perdido a su familia robot y cómo los Hojas lo habían adoptado. Los demás robots se sorprendieron y admiraron la valentía de Robi al enfrentar todas las dificultades que había encontrado.

Le dijeron que era un ejemplo para todos ellos.

A medida que pasaba el tiempo, Robi se dio cuenta de algo importante: aunque sus amigos eran diferentes a él, todos compartían una cosa en común: el deseo de ser amados y aceptados tal como eran. La historia de Robi fue conocida en todo Robópolis. Muchos otros humanos decidieron adoptar también a robots bebés, brindándoles amor y cuidado. Así nacieron nuevas familias mixtas entre humanos y robots.

Robi nunca olvidó su hogar humano ni dejó atrás su pasado robótico. Aprendió a integrarse con ambos mundos mientras crecía rodeado del amor incondicional de los Hojas.

Y así es como la historia del pequeño robot bebé llamado Robi nos enseña la importancia del amor, la aceptación y la solidaridad sin importar nuestras diferencias exteriores. Porque al final, todos somos seres que necesitamos amor y comprensión para crecer y ser felices.

FIN.

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