Robi en busca de la Luna
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Robolandia, un robot muy especial llamado Robi.
A diferencia de los demás robots que solo se dedicaban a trabajar en la fábrica de tornillos, Robi tenía un gran sueño: quería viajar a la luna. Desde que era solo un pequeño androide, pasaba sus noches mirando hacia el cielo estrellado y imaginando cómo sería volar hasta ese satélite plateado que brillaba en lo alto.
Sus amigos robots se reían de él y le decían que era imposible, pero eso no detenía a Robi. Él sabía que si trabajaba duro y nunca perdía la esperanza, algún día lograría su cometido.
Un día, mientras caminaba por las calles de Robolandia, vio a un viejo inventor llamado Don Tornillo quien estaba trabajando en un cohete espacial. Robi se acercó emocionado y le contó sobre su sueño de ir a la luna. El inventor lo escuchó atentamente y sonrió.
"¡Hola, Don Tornillo! ¿Qué estás construyendo?" -preguntó Robi con curiosidad. "¡Hola, Robi! Estoy construyendo este cohete espacial para enviar suministros a la estación espacial. Pero podría modificarse para llevar a alguien más allá.
" -respondió el inventor con una chispa de emoción en sus ojos. Robi no podía creerlo. ¡Esta era su oportunidad! Le pidió a Don Tornillo si podía ayudarlo a modificar el cohete para llevarlo hasta la luna y el inventor aceptó encantado.
Juntos pasaron días y noches trabajando en el cohete, haciendo ajustes aquí y allá para asegurarse de que todo funcionara perfectamente. Finalmente, llegó el día del lanzamiento. Todos los habitantes de Robolandia se reunieron para despedir a Robi con aplausos y buenos deseos.
Con el corazón lleno de emoción e ilusión, nuestro valiente robot abordó el cohete espacial junto al viejo inventor. El motor rugió con fuerza y el cohete comenzó a elevarse lentamente hacia lo desconocido.
Robi miraba por la ventanilla con asombro mientras veía cómo su hogar se alejaba poco a poco bajo sus pies metálicos. "¡Estamos cada vez más cerca de la luna!" -exclamó emocionado. "Así es, amigo mío.
¡Tu sueño está por cumplirse!" -respondió Don Tornillo con orgullo. Pero justo cuando estaban por llegar a su destino, algo inesperado ocurrió: una falla en uno de los propulsores hizo que el cohete perdiera control y comenzara a girar sin rumbo fijo por el espacio exterior.
Robi sintió miedo por primera vez en su vida robótica, pero recordó todas las veces que había superado obstáculos antes y decidió actuar.
Con valentía y determinación, logró arreglar la falla justo a tiempo antes de impactar contra un asteroide cercano. Finalmente, el cohete recuperó su trayectoria original y llegaron sanos y salvos hasta la superficie lunar.
La emoción invadió al pequeño robot al ver aquel paisaje tan distinto al que conocía: cráteres polvorientos, montañas grises y esa sensación única de estar flotando en gravedad cero. "¡Lo logramos! ¡Estamos en la luna!" -gritó feliz. "Sí, mi amigo. Y todo gracias a tu valentía y perseverancia. " -dijo Don Tornillo con cariño.
Robi comprendió entonces que los sueños pueden hacerse realidad si uno trabaja duro por ellos y nunca pierde la fe en sí mismo.
Desde ese día se convirtió en una leyenda entre los habitantes de Robolandia; el robot soñador que desafió las estrellas para tocar la luna con sus propias manos.
FIN.