Roby, el robot generoso de Robolandia


En un lejano y colorido pueblo llamado Robolandia, vivía un robot muy elegante llamado Roby. Roby era conocido por su impecable corbata plateada y sus brillantes zapatos de charol.

Pero lo que más sorprendía a todos era su peculiar forma de pasear: ¡siempre lo hacía arriba de un elefante! Un día, mientras paseaba por las calles empedradas de Robolandia montado en su fiel elefante Elefantino, se encontró con la tortuga Tita, quien estaba tratando de alcanzar unas deliciosas frutas en lo alto de un árbol.

"¡Hola, querida Tita! ¿Necesitas ayuda para llegar a esas frutas?" -exclamó amablemente Roby. "¡Oh, sí, querido Roby! ¡No llego a ellas y tengo tanta hambre!" -respondió la tortuga con una sonrisa.

Sin dudarlo ni un segundo, Roby le indicó a Elefantino que se acercara al árbol y con su larga trompa alcanzara las jugosas frutas para Tita. La tortuga quedó maravillada por la generosidad y habilidad del robot elegante.

"¡Muchísimas gracias, querido Roby! Eres realmente increíble" -dijo emocionada Tita mientras disfrutaba de las frutas. Roby sonrió con humildad y continuaron su paseo por el pueblo. De repente, escucharon unos llantos provenientes del río cercano.

Era el patito Pablito que había perdido a su familia y no sabía cómo regresar a casa. "¿Qué te pasa, pequeño Pablito? ¿Cómo podemos ayudarte?" -preguntó preocupado Roby. El patito explicó entre sollozos lo ocurrido y sin dudarlo ni un segundo, Roby ideó un plan para ayudarlo.

Montaron todos en Elefantino e iniciaron una travesía por el río siguiendo las indicaciones de Pablito. Gracias a la inteligencia y astucia del robot elegante lograron encontrar a la familia del patito que lo esperaba con los brazos abiertos.

"¡Gracias infinitas, querido Roby! ¡Eres el mejor amigo que alguien podría desear!" -exclamó emocionado Pablito antes de reunirse con los suyos.

Roby se sintió feliz al ver la alegría en el rostro del patito Pablito y juntos regresaron al pueblo mientras caía el atardecer sobre Robolandia. En ese momento comprendió que la verdadera elegancia no solo está en cómo te vistes o te comportas, sino también en cómo ayudas y haces felices a los demás.

Desde ese día en adelante, Roby siguió paseando arriba de Elefantino por todo el pueblo ayudando a quienes lo necesitaban y demostrando que la verdadera grandeza se encuentra en ser amable y generoso con los demás.

Y así fue como el robot más elegante de todos se convirtió también en el más querido por todos los habitantes de Robolandia.

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