Rocco, el Mapache Patinador



Había una vez un mapache llamado Rocco que vivía en un frondoso bosque junto a un río lleno de aventuras y sorpresas. Rocco no era un mapache común; siempre había soñado con ser el mejor patinador del bosque. Su maestra fue una ardilla muy veloz llamada Lila, quien le enseñó a patinar sobre su patineta de madera hecha por el carpintero del pueblo.

Un día soleado, Rocco decidió salir a practicar sus trucos favoritos. Se puso su casco de colores brillantes y subió a su patineta.

"¡Hoy voy a hacer un salto impresionante!" - gritó emocionado.

Mientras se deslizaba por el camino de tierra, Rocco sacó su palta favorita del bolsillo de su mochila. Era una deliciosa y madura palta que había recogido de un árbol cercano.

"¡Mmm, qué rica!" - masculló mientras masticaba, dándole un bocado entre patinada y patinada.

Pero de repente, un grupo de conejos que estaban jugando cerca se asustaron al verlo.

"¡Rocco, ten cuidado!" - chilló una de las conejitas.

"¿Qué pasa?" - preguntó Rocco mientras hacía un giro audaz.

"Puedes caerte si comes mientras patinas. ¡Es peligroso!" - le advirtió otro conejo.

Rocco se detuvo, pensativo. Era cierto que se podía lastimar. Sin embargo, no quería dejar de disfrutar de su palta.

"¿Y si hago una pausa para comer?" - sugirió, esperando que los conejos estuvieran de acuerdo.

"Buena idea, Rocco. ¡La seguridad primero!" - respondieron los conejos al unísono.

Así que Rocco se bajó de su patineta y se sentó en una piedra, disfrutando de su palta. Mientras comía, un búho anciano que pasaba volando se detuvo para observarlo.

"¿Por qué no estás en acción, joven mapache?" - preguntó el búho con voz profunda.

"Estoy tomando un descanso y aprendiendo a ser más responsable al patinar," - respondió Rocco, con un pedazo de palta en su boca.

"¡Eso es sabio! A veces, es bueno detenerse y reflexionar. La paciencia trae grandes recompensas, joven amigo." - le aconsejó el búho.

Rocco asintió, y luego de terminar su palta, se sintió renovado y listo para seguir patinando. Se subió a su patineta con energía y alegría. Esta vez, se propuso practicar un truco nuevo que había aprendido de Lila: el giro de 360 grados.

"¡Miren esto!" - exclamó mientras se lanzaba hacia una colina.

Los conejos lo miraban con atención mientras Rocco daba un gran salto, girando en el aire y aterrizando con gracia. ¡Lo había logrado!"¡Excelente, Rocco!" - gritaron los conejos, dándole aplausos.

Rocco estaba más que feliz.

"Gracias, gracias... ¡la paciencia y el descanso valieron la pena!" - respondió, sonriendo de oreja a oreja.

Aquel día, Rocco aprendió que ser responsable y escuchar a los demás era tan importante como divertirse.

"Y también que jamás hay que dejar de disfrutar de las cosas simples, como una palta fresca" - añadió riendo mientras movía su patineta de un lado a otro.

Desde ese día, Rocco se convirtió en una inspiración para todos en el bosque. No solo era un gran patinador, sino que también aprendió a ser un amigo responsable y sabio.

"¡Siempre es bueno disfrutar lo que amamos, pero hacerlo de forma segura es aún mejor!" - decía a los demás animales.

Y así, Rocco siguió patinando, disfrutando de la vida, de las paltas y de cada nueva aventura que el bosque le ofrecía.

FIN.

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