Rocío y la misión mágica
En una aldea rodeada de altas montañas y verdes praderas vivía Rocío, una niña curiosa y traviesa a la que le encantaban los hechizos.
Desde pequeña, había descubierto su habilidad para hacer magia con unas cuantas hierbas y palabras mágicas. Un día, mientras paseaba por el bosque con su hermano Lucas, un malvado brujo los sorprendió y lanzó un hechizo que separó a los dos hermanos.
Rocío cayó al suelo y cuando se levantó, vio que Lucas había desaparecido. - ¡Lucas! ¡Lucas! -gritaba Rocío mientras buscaba entre los árboles a su querido hermano. Pero no había rastro de él.
Entonces, recordó las enseñanzas de la anciana del pueblo sobre cómo usar sus poderes mágicos para encontrar lo perdido. Con determinación en el corazón, se dispuso a rescatar a Lucas. Rocío recogió algunas hierbas del bosque y las mezcló en un caldero con agua cristalina.
Recitando unas palabras mágicas aprendidas de sus libros de hechizos, creó una poción que le revelaría el camino hacia su hermano. Siguiendo las indicaciones de la poción, Rocío emprendió un viaje lleno de peligros y aventuras.
Se enfrentó a criaturas fantásticas como dragones de fuego y duendes traviesos que intentaban desviarla de su misión. Pero Rocío era valiente y astuta; con ingenio logró sortear todos los obstáculos que se interponían en su camino. Finalmente, llegó al castillo donde el malvado brujo tenía prisionero a Lucas.
Sin dudarlo ni un instante, Rocío entró en la fortaleza decidida a rescatar a su hermano. - ¡Déjalo ir! ¡No permitiré que sigas haciendo daño! -exigió Rocío al brujo con voz firme.
El brujo rió malévolamente y lanzó un rayo oscuro hacia Rocío, pero ella estaba preparada. Con un rápido movimiento de manos invocó una barrera protectora que detuvo el ataque del villano. - No puedes vencerme con tus trucos baratos -dijo el brujo furioso.
Rocío sonrió confiada y con determinación pronunció unas palabras ancestrales que hicieron temblar los cimientos del castillo. Una luz brillante envolvió al malvado brujo haciéndolo desaparecer por completo. Libre finalmente del hechizo maligno, Lucas corrió hacia su valiente hermana para abrazarla con fuerza.
- ¡Gracias por salvarme, Rocío! Eres la mejor hermana del mundo -dijo emocionado Lucas. Rocío sonrió orgullosa y juntos regresaron a casa entre risas y cuentos sobre sus increíbles aventuras.
Desde entonces, en toda la aldea se hablaba de la valentía y destreza de la pequeña maga llamada Rocío.
FIN.