Rocky, el mejor regalo
Había una vez una niña llamada Sofía, que siempre había soñado con tener un perrito. Sus amigas del colegio tenían mascotas a las que querían mucho, y ella sentía envidia de la alegría que les brindaban.
Cada noche, antes de dormir, pedía en silencio un amigo animal con quien jugar y compartir momentos especiales. Un día especial se acercaba: su cumpleaños.
Sofía estaba emocionada por celebrar otro año de vida, pero también se entristecía al pensar que no tendría un perrito para festejarlo como sus amigas. Sus padres notaron su anhelo y decidieron hacer algo al respecto. El día de su cumpleaños llegó y Sofía despertó con una sonrisa en el rostro.
Al bajar las escaleras, encontró a sus padres esperándola con una caja envuelta en papel brillante y un lazo rosado. - ¡Feliz cumpleaños, Sofi! -dijo su mamá con entusiasmo. - ¡Feliz cumpleaños! ¡Esperamos que te guste tu regalo! -añadió su papá.
Sofía abrió el regalo lentamente y allí, dentro de la caja, asomaba una carita tierna y peluda: ¡era un cachorro! - ¿En serio es para mí? ¡Es el mejor regalo del mundo! -exclamó Sofía emocionada mientras abrazaba a su nuevo amigo.
Desde ese momento, la vida de Sofía cambió por completo. Bautizó a su perrito como —"Rocky" por ser fuerte e intrépido como ella deseaba ser.
Juntos vivieron aventuras inolvidables: correteaban por el parque, jugaban al escondite y se contaban secretos antes de dormir. Pero no todo fue color de rosa; Rocky era muy travieso y a veces destrozaba algunos objetos en casa. Un día, Sofía lo encontró mordisqueando sus zapatos favoritos y sintió ganas de regañarlo.
- Rocky, ¡eso está mal! No debes morder mis cosas -le dijo seriamente mientras lo miraba fijamente. El perrito bajó la cabeza avergonzado y emitió un pequeño gemido como disculpa.
En ese momento, Sofía entendió que educar a Rocky requeriría paciencia y amor. Decidió enseñarle buenos modales mediante juegos divertidos y recompensas cuando se portaba bien. Poco a poco, Rocky aprendió a comportarse adecuadamente gracias al cariño y dedicación de Sofía.
Con el tiempo, la tristeza inicial de Sofía se desvaneció por completo gracias a la presencia fiel e incondicional de Rocky en su vida. Aprendió sobre responsabilidad cuidando a su mascota y valorando cada momento juntos como un tesoro invaluable.
Así fue como esta historia nos enseña que los sueños pueden hacerse realidad si perseveramos con amor y paciencia; además nos muestra cómo el cuidado hacia los animales fortalece valores como la empatia, responsabilidad, solidaridad
FIN.