Rocky, el perrito intrépido
Había una vez un perrito llamado Rocky que vivía en la pequeña ciudad de Villa Perruna. Rocky era un perro muy inquieto, siempre estaba saltando y moviéndose sin parar.
Sin embargo, esto le traía muchos problemas en el colegio, ya que sus compañeros lo acusaban de cosas groseras debido a su impulsividad. Un día, la maestra de Rocky, la señorita Pilar, decidió hablar con él después de clase.
Se sentaron juntos en el patio y comenzaron a conversar. "Rocky, sé que eres un perrito muy activo y eso puede ser difícil para ti en el aula. Pero quiero que sepas que no tienes por qué sentirte triste o avergonzado", dijo cariñosamente la señorita Pilar.
Rocky bajó las orejas y respondió con voz baja: "Es difícil para mí controlarme. A veces siento como si estuviera lleno de energía y me cuesta quedarme quieto". La maestra sonrió comprensivamente y le explicó: "Rocky, todos somos diferentes.
Algunos tienen más energía que otros y eso está bien. Lo importante es aprender a canalizar esa energía de manera positiva". El perrito levantó la cabeza interesado mientras movía su cola rápidamente. "Te propongo algo", continuó la señorita Pilar.
"Vamos a encontrar actividades donde puedas liberar tu energía de una forma adecuada". Luego de pensarlo por un momento, Rocky se emocionó ante esa idea tan divertida. Los días siguientes fueron emocionantes para Rocky.
La señorita Pilar organizaba juegos al aire libre durante los recreos, donde todos los compañeros podían participar. Había carreras de velocidad, saltos de obstáculos y hasta una competencia de baile canino.
Rocky se sentía feliz y emocionado al poder mostrar su energía en actividades divertidas y aceptadas por todos. Además, descubrió que tenía un talento especial para el baile: sus movimientos rápidos y ágiles hacían reír a todos. Poco a poco, Rocky fue ganándose el respeto y la admiración de sus compañeros.
Ya no lo veían como un perrito inquieto e impulsivo, sino como alguien valiente y lleno de energía positiva. "¡Rocky es genial!", exclamaban sus amigos mientras aplaudían después de cada presentación de baile.
La historia del perrito Rocky se volvió famosa en Villa Perruna. Las demás escuelas comenzaron a organizar eventos deportivos donde los niños con mucha energía podían demostrar su habilidad en distintas disciplinas.
Gracias a la iniciativa de la señorita Pilar y al talento innato del perrito Rocky, se creó un espacio inclusivo donde todos los estudiantes pudieran disfrutar sin sentirse juzgados o incomprendidos por ser diferentes.
Y así fue como Rocky aprendió que su impulsividad no era algo malo, sino simplemente una característica propia que podía utilizar para hacer cosas maravillosas. Aprendió que siempre hay formas positivas de canalizar esa energía desbordante y compartir su alegría con aquellos que le rodeaban.
Desde aquel día, Rocky nunca más se sintió triste ni avergonzado por ser inquieto. Se convirtió en un ejemplo de superación y valentía para todos en Villa Perruna, demostrando que ser diferente puede ser algo hermoso y especial.
FIN.