Roco y el dragón perdido


En un bosque encantado, lleno de colores brillantes y árboles gigantes, vivía un dinosaurio rex llamado Roco.

Roco era diferente a los demás dinosaurios, ya que en lugar de asustar a los demás animales, le gustaba jugar con ellos y ayudarlos en lo que pudiera. Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró una cueva misteriosa que parecía brillar con una luz especial.

Roco decidió entrar a la cueva y descubrió que dentro había un mundo completamente nuevo y mágico. Había hadas revoloteando por todas partes, duendes trabajando en sus tareas diarias y unicornios corriendo libremente por prados verdes. Roco se maravilló ante tanta belleza y decidió explorar más este mundo desconocido.

-¡Wow! ¡Esto es increíble! -exclamó Roco mientras caminaba entre las criaturas mágicas. De repente, escuchó un llanto proveniente de un rincón oscuro de la cueva. Se acercó con cuidado y vio a un pequeño dragón verde llorando desconsoladamente.

-¿Qué te sucede? -preguntó Roco con ternura. El pequeño dragón levantó la mirada y entre sollozos le contó a Roco que había perdido su varita mágica, la cual le permitía volar y lanzar hechizos para ayudar a los demás habitantes del mundo mágico.

Roco decidió ayudarlo y juntos emprendieron una búsqueda por toda la cueva. Pasaron por laberintos encantados, lagos cristalinos y montañas nevadas hasta que finalmente encontraron la varita mágica en lo alto de una torre custodiada por un feroz grifo.

Sin pensarlo dos veces, Roco enfrentó al grifo usando su inteligencia en lugar de su fuerza bruta.

Le contó al grifo sobre la noble misión que tenían y cómo devolver la varita mágica al pequeño dragón podía traer felicidad a todo el mundo mágico. El grifo conmovido por las palabras de Roco decidió entregar pacíficamente la varita mágica y les deseó buena suerte en sus futuras aventuras.

Roco regresó junto al pequeño dragón verde quien no podía creer tener nuevamente su preciada varita mágica en sus garras. Con lágrimas de alegría en los ojos, lanzó un hechizo especial que iluminó toda la cueva con destellos dorados. -Gracias, Roco.

Gracias por tu valentía y bondad -dijo el pequeño dragón abrazando afectuosamente al dinosaurio rex. Roco sonrió ampliamente sintiéndose feliz de haber ayudado a un amigo necesitado.

Desde ese día, se convirtió en el guardián del mundo mágico junto al pequeño dragón verde, protegiendo a todos los seres fantásticos que habitaban allí con amor y dedicación. Y así fue como el mundo mágico del dinosaurio rex se llenó de historias emocionantes donde la amistad y el valor siempre triunfaban sobre cualquier adversidad.

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