Rodolfo, Fermín y el Misterio de la Frontera



Era un día soleado y fresco cuando Rodolfo y Fermín decidieron emprender una aventura. Ambos eran amigos desde pequeños y soñaban con cruzar la frontera hacia Argentina para explorar nuevos lugares. Tomaron un bus semi cama que los llevaría por el famoso paso Los Libertadores. El viaje prometía ser emocionante, lleno de paisajes hermosos y nuevos descubrimientos.

En el bus, mientras atravesaban montañas y disfrutaban de la vista, Rodolfo dijo: "¿Te imaginas todas las cosas que vamos a ver en Argentina?"-

Fermín sonrió y contestó: "Sí, y también todas las comidas ricas que vamos a probar. No puede faltar el asado y los alfajores."-

Pero de repente, el viaje dio un giro inesperado. Al llegar a un control fronterizo, los pasajeros del bus se encontraron con unos agentes de la DEA encubiertos, quienes habían estado investigando actividades sospechosas en la zona.

Los agentes se acercaron al conductor del bus y comenzaron a hacer preguntas. Rodolfo y Fermín, que no tenían nada que ocultar, observaban con curiosidad. "¿Crees que se pondrá todo bien?"- preguntó Rodolfo nervioso. "Sí, seguramente es solo protocolo",- le respondió Fermín.

Sin embargo, las cosas no iban como esperaban. Los agentes comenzaron a revisar mochilas y pertenencias y, en un momento de confusión, encontraron un objeto que pertenecía a otro pasajero, pero Rodolfo y Fermín, por la cercanía, fueron llevados a la oficina del control.

"¿Por qué nos llevan?"- preguntó Rodolfo asustado. "No hemos hecho nada malo"- agregó Fermín. Los agentes sonrieron y uno de ellos les dijo: "No se preocupen, chicos. Solo queremos hacer algunas preguntas."-

Mientras tanto, los amigos trataban de explicar su situación. "Nosotros solo queríamos conocer Argentina..."- empezó Rodolfo. "Sí, somos simplemente dos chicos curiosos"- añadió Fermín.

Los agentes los escucharon y decidieron darles una oportunidad. En vez de ver a Rodolfo y Fermín como posibles sospechosos, se dieron cuenta de que eran dos chicos sin malicia. Entonces uno de los agentes, llamado Lucas, les contó sobre su trabajo.

"A veces, nosotros, los agentes, tenemos que investigar situaciones complicadas. Pero también es importante conocer la realidad de las personas buenas que solo buscan hacer algo divertido"- explicó Lucas.

Los chicos escucharon atentos. "¿Puedo ayudar de alguna manera?"- preguntó Fermín. "Claro, si nos cuentan un poco más sobre su viaje y lo que planean hacer, podríamos dejarles seguir,"- dijo un segundo agente, Carla.

Rodolfo y Fermín, emocionados por la oportunidad, comenzaron a contarles sobre sus planes de visitar los hermosos parques nacionales, probar comidas deliciosas y disfrutar de la música y la cultura argentina. Los agentes comenzaron a sonreír, y Lucas hasta anotó algunas recomendaciones en una libreta.

Finalmente, tras saber que Rodolfo y Fermín no eran más que dos chicos entusiastas, los agentes decidieron dejarlos ir con una advertencia: "Siempre es bueno estar alerta a las cosas que ocurren a nuestro alrededor, pero también es importante saber que la mayoría de las personas buscan lo bueno"- dijo Carla.

Los amigos agradecieron a los agentes y, felices, se despidieron. "No saben cuánto apreciamos su comprensión"- dijo Rodolfo. "Sí, ahora sí vamos con más ganas a conocer Argentina"- añadió Fermín.

A partir de ese día, Rodolfo y Fermín continuaron su aventura, aprendieron a ser más observadores y a entender que, aunque hubo un malentendido, siempre hay una oportunidad para hacer el bien y fomentar la bondad. En cada rincón de Argentina, recordaron la lección que les dio la vida: a veces, es importante detenerse y escuchar, y todo se puede resolver con una buena conversación.

Y así, los chicos no solo exploraron nuevos lugares, sino que también aprendieron el valor de la confianza y la comunicación. En su camino, hicieron nuevos amigos y vivieron historias que nunca olvidarían, llevando siempre con ellos la esencia de un buen viaje, que comienza con una buena intención y un corazón abierto.

FIN.

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