Rodrigo y la Biblioteca de los Sueños



En un pequeño rincón de Campoo de Suso, vivía un ratón muy especial llamado Rodrigo. No era un ratón común y corriente, pues le apasionaba la lectura y las historias que se escondían entre las páginas de los libros. Un día, recibió una carta muy emocionante de un grupo de niños de Paracuelles, que le invitaban a ayudarles a crear una biblioteca en su colegio, el Rodríguez de Celis.

"¡Qué aventura!", exclamó Rodrigo mientras le daba vueltas a su pequeño sombrero de biblioteca.

"Vi a una familia de chicotes que quiere más historias, ¡deben de tener la biblioteca llena de libros!", continuó, pensando en las posibilidades que le esperarían en esa nueva biblioteca.

Rodrigo empacó su maletita con los útiles necesarios: lápices, papel, y sus libros favoritos, y partió hacia Paracuelles.

Al llegar, fue recibido por un grupo de entusiastas estudiantes: Mauro, Mario, Irene, Marina, Abril y Antonio.

"¡Bienvenido, Rodrigo!", gritaron en coro, mientras un torbellino de risas y abrazos lo rodeaba.

Los niños llevaron a Rodrigo a recorrer el colegio, y él quedó maravillado con las aulas y el patio lleno de flores.

"Este lugar me encanta", dijo Rodrigo, brillando de emoción.

"Probablemente sus libros serán los mejores de todos", agregó mientras subía su sombrero.

Los chicos se reunieron en el patio para discutir ideas sobre cómo harían la biblioteca. Mauro sugirió:

"Podríamos hacer un rincón de cuentos con almohadones, así podemos leer cómodos."

"También podríamos tener un mural donde todos escribamos nuestras historias favoritas", propuso Marina.

"O un lugar especial para los libros de aventuras!", añadió Antonio.

"Y un espacio para leer en voz alta", añadió Abril.

Rodrigo escuchaba todo con atención, emocionado por su entusiasmo. Sin embargo, mientras trabajaban juntos en los preparativos, Rodrigo comenzó a sentir un pequeño nudo en su estómago. Se dio cuenta de que, si construían la biblioteca, ¿realmente podría irse después de todo?

Una tarde, mientras ordenaban unos libros donados, Rodrigo miró a los niños y decidió abrir su corazón.

"Chicos, me encanta estar con ustedes y esta biblioteca es muy especial. Pero, tengo que decirles algo... me voy a querer quedar aquí... si me lo permiten."

"¡Claro que sí!", respondieron todos al unísono.

"Nos encanta tenerte aquí, Rodrigo! Eres parte de nosotros ahora", dijo Irene, sonriendo.

"Cada vez que leamos juntos, ¡será una nueva aventura!", agregó Mario.

El ratón se sintió aliviado y feliz, pero luego surgió un desafío. Un grupo de niños mayores no estaban contentos con el espacio que los pequeños habían elegido para la biblioteca, ya que lo habían reclamado como su lugar de juego.

"Esto es nuestro, no pueden venir a jugar aquí", dijeron entre burlas.

"No es un lugar de juegos! Aquí queremos hacer algo espectacular, como un viaje a otras historias!", respondió Mauro.

Rodrigo sabía que para que todos se sintieran incluidos, tenían que enfrentar este reto. Con su valentía, propuso una idea.

"¿Qué tal si hacemos un evento, un concurso de lectura y juegos? Así todos podrían jugar y disfrutar de las historias juntos!"

Los niños mayores, intrigados, accedieron a la propuesta.

"Pero solo si ganamos", retaron con picardía.

"¡Aceptado!", dijo Rodrigo con determinación.

Durante las siguientes semanas, todos los niños trabajaron juntos, compartiendo libros y preparándose para el concurso. La gran fecha llegó, y el patio del colegio se llenó de risas y cuentos, cada uno de los jóvenes lectores mostrando su habilidad en la lectura.

Al final del día, todos los participantes, tanto niños pequeños como los más grandes, celebraron con entusiasmo. Todos quedaron felices, y comprendieron que las historias podían unir a quienes parecen distintos.

"Rodrigo, ¡eres genial!", dijo Marina con cariño.

"Sí, nos ayudaste a ver lo divertido que es compartir las historias", comentó Abril.

Con el éxito del evento, los mayores decidieron hacer de la biblioteca un lugar común, donde todos pudieran disfrutar.

"Rodrigo, ¡no te vayas nunca!", pidieron a coro los niños.

Y así, Rodrigo decidió quedarse en el colegio Rodríguez de Celis. En su nueva biblioteca, cada día era una nueva aventura llena de historias, amigos y sonrisas.

La biblioteca se convirtió en un verdadero tesoro para todos. Rodrigo se volvió el ratón más querido y respetado del lugar, siempre rodeado de niños que compartían con él el amor por la lectura.

"La literatura es un viaje que nunca termina!", decía Rodrigo felizmente mientras leía junto a sus nuevos amigos.

Y así, el ratón Rodrigo y la biblioteca de los sueños nació, enseñando a todos que la amistad y las historias son, sin duda, el mejor viaje juntos.

FIN.

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