Rodrigo y los Portales del Tiempo
Rodrigo era un niño curioso que pasaba horas explorando el bosque cerca de su casa. Un día, mientras buscaba piedras brillantes, se topó con un extraño objeto redondo y reluciente. Cuando lo tocó, sintió una energía recorrer su cuerpo. "¿Qué será esto?", se preguntó. "Soy un Portal Temporal", respondió el objeto con una voz suave.
Rodrigo, sorprendido, preguntó: "¿Puedo viajar a cualquier momento de la historia?".
"Así es, pero debes tener cuidado. Cada viaje tiene sus consecuencias. Solo deberías ir a aprender y ayudar a otros", advirtió el Portal.
Intrigado, decidió probarlo. Con un toque del objeto, el bosque comenzó a girar a su alrededor y, de repente, se encontró en el antiguo Egipto. Los edificios eran altos, y había personas vestidas con túnicas blancas.
"¡Wow! Estoy en Egipto!", gritó emocionado.
Un niño egipcio se le acercó y dijo: "Hola, soy Amón. ¿De dónde eres?".
"Soy de Argentina. Vine a conocer tu mundo", respondió Rodrigo con una sonrisa.
"¡Ven! Te llevaré a ver las pirámides!", invitó Amón. Pasaron el día explorando y aprendiendo sobre la vida en Egipto. Rodrigo tomó nota de lo que veía, famoso escultor, artesanos, y el funcionamiento del mercado. Al final del día, decidió que debía regresar, pero sabía que no podía irse sin ayudar. Vio a niños jugando, pero algunos parecían tristes.
"¿Qué les pasa a esos niños?", preguntó. Amón miró hacia los pequeños y suspiró. "No tenemos suficientes juguetes para todos...".
Rodrigo recordó sus propios juguetes en casa. "¡Ya sé!", dijo. "¿Por qué no hacemos algo nosotros mismos?". Con ayuda de todos, crearon juguetes con materiales que encontraron en el mercado. Rodrigo se sintió feliz al ver las sonrisas en los rostros de los niños, y el Portal le dijo: "Has hecho una buena acción. Ahora puedes regresar a casa.".
Con un nuevo toque en el objeto, el viaje terminó y volvió al bosque. Sin embargo, aún quedaba mucho por descubrir. Rodrigo sabía que debía aprender de otros lugares y épocas. Con la ayuda del Portal, visitó la Edad Media, donde aprendió a montar a caballo y a hacer caballería. Luego se proyectó al futuro, donde los autos flotantes y robots llenaban las calles. Cada vez descubría algo nuevo y se llevaba lecciones valiosas.
Al regresar, Rodrigo decidió compartir todo lo que había aprendido. Comenzó a dar charlas en su escuela, inspirando a otros niños a ser curiosos, a ayudar y a cuidar el mundo. Rodolfo, su mejor amigo, siempre lo apoyaba en sus aventuras.
"Rodrigo, ¿no sería genial si un día llevamos a otros con nosotros?".
"¡Es una gran idea!", exclamó Rodrigo. "Puedo enseñarles a cuidar la naturaleza y a aprender de cada cultura. Todos podemos ser exploradores del mundo!".
Con el tiempo, el Portal se convirtió en un símbolo de amistad y aprendizaje. Rodrigo y sus amigos usaron sus conocimientos para organizar actividades que ayudaran a su comunidad, y al mismo tiempo, descubrieron el valor de cada lugar que visitaron.
Así, la vida de Rodrigo cambió para siempre. Aprendió que viajar no solo era moverse en el tiempo y el espacio, sino también entender y ayudar a los demás. Con el Portal Temporal como guía, se aventuró en un camino lleno de descubrimientos, llevando siempre con él la esencia de lo que tenía de más valioso: su corazón lleno de bondad.
Y así, cada vez que sentía la energía del Portal en su mano, sabía que estaba listo para una nueva aventura, lleno de sueños por cumplir y más mundos por conocer, todo en busca de ayudar a los demás y construir un futuro mejor.
FIN.