Rodrigo y sus Sueños Hechos Realidad



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Rodrigo, un mágico diseñador con un talento extraordinario, estaba sentado en su colorido estudio lleno de lápices, acuarelas y hojas en blanco. Todos los días, después de la escuela, sus sobrinos, Clara y Mateo, llegaban emocionados, listos para escuchar las historias más increíbles que Rodrigo creaba solo para ellos.

- “¡Tío Rodrigo! ¿Qué vamos a dibujar hoy? ”, preguntó Clara, sus ojos brillando de expectativa.

- “¡Hoy crearemos un reino de dragones voladores! ”, respondió Rodrigo con una sonrisa, sabiendo que era uno de los temas favoritos de sus sobrinos.

Rodrigo tomó su lápiz y, mientras sus dedos danzaban sobre el papel, comenzó a dar vida al reino. Clara y Mateo lo miraban fascinados mientras los dragones empezaban a cobrar forma.

- “¡Mirá, Tío! ¡Ese se parece a un dragón de fuego y el otro a uno azul! ”, exclamó Mateo.

Rodrigo, siempre alegre, dijo:

- “Sí, cada dragón tiene sus propios poderes. ¿Qué les parece si hacemos que uno de ellos esté a cargo de las nubes y otro de las estrellas? ”.

Clara, que siempre había sido la más imaginativa, sugirió:

- “Y podemos dibujar un puente de arcoíris hacia el castillo donde vive la Princesa Estrella.”

Rodrigo asintió con entusiasmo.

- “¡Perfecto! Ahora, ¿quién se atreve a ayudarme a darle color? ”

Clara y Mateo se apresuraron a elegir los colores de las acuarelas. Pero algo mágico estaba por ocurrir. Cuando los tres terminaron de dibujar y dar color al castillo y a los dragones, Rodrigo tocó el último trazo en el papel y, de repente, una luz brillante deslumbró el estudio.

Los niños se quedaron boquiabiertos cuando, antes de sus ojos, los dibujos comenzaron a erguirse del papel, flotando en el aire.

- “¡Mirá! ”, gritó Mateo. “¡Los dragones están volando! ”

Con un destello de magia, un dragón de fuego voló hacia ellos, seguido por el dragón azul que llenaba el estudio con su suave brillo.

Rodrigo, sorprendido pero feliz, dijo:

- “¡Esto es increíble! Parece que hemos creado algo especial.”

Los niños se unieron a los dragones, volando por la ventana, dejando atrás el estudio de su tío. Nubes esponjosas y estrellas brillantes decoraban su viaje a través del cielo.

Pronto llegaron al castillo de la Princesa Estrella, donde todos estaban disfrutando de un gran banquete. La Princesa los recibió con una cálida sonrisa.

- “¡Bienvenidos, valientes aventureros! Yo soy la Princesa Estrella. Con su imaginación y los mágicos dibujos de su tío, han traído la alegría a mi reino.”

Los niños estaban encantados, pero, de repente, un nublado oscuro cubrió el cielo, y se escuchó un rugido aterrador.

- “¡Ayuda! ¡El Dragón de las Sombras ha vuelto a atormentar nuestro reino! ” gritó la Princesa.

Rodrigo, Clara y Mateo miraron entre sí, uniendo fuerzas.

- “¡Podemos ayudar! ” dijo Clara valientemente.

- “Sí, ¡dibujemos un monstruo aún más poderoso para enfrentarlo! ” agregó Mateo.

Rodrigo sonrió, sintiendo cómo la creatividad chisporroteaba en el aire. Comenzaron a dibujar un gigante dragón de cristal que podría atrapar a las sombras. Con cada trazo, su confianza crecía.

- “¡Ya está! ¡Vamos a darle vida! ”, dijo Rodrigo mientras tocaba el papel.

Una vez más, la magia brilló intensamente, y el dragón de cristal apareció, deslumbrando a todos con su luz. Voló hacia el Dragón de las Sombras. Se produjo una gran batalla en el cielo: chispas volaban, y los colmillos de ambos dragones crujían.

Finalmente, gracias a sus valentías y a la fuerza de su amistad, el Dragón de las Sombras se desvaneció, dejando el reino libre de su presencia.

- “¡Lo hicimos! ”, gritaron Clara y Mateo, abrazándose emocionados.

La Princesa Estrella, agradecida, les ofreció un banquete de dulces y juegos. Pero Rodrigo sabía que era hora de regresar.

- “Es hora de volver, chicos. Recuerden que la verdadera magia siempre comienza con su imaginación”, les dijo con una sonrisa.

Con un último vistazo al reino, los hermanos y su tío se despidieron de la princesa y volaron de regreso al estudio. Al aterrizar, todos tomaron asiento, todavía sobrecogidos por la aventura.

- “Esto fue el mejor día de todos. ¡Gracias, Tío Rodrigo! ”, dijeron al unísono.

Rodrigo sólo sonrió y les dio un abrazo.

- “Recuerden, siempre que tengamos imaginación, podremos crear historias maravillosas juntos.”

Y así, Rodrigo continuó llenando sus días con la magia de nuevas historias y dibujando mundos increíbles, recordando siempre que los sueños, cuando se comparten, pueden volar muy alto.

FIN.

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