Roger y Carmen, los Guardianes del Amazonas
Había una vez, en el mágico corazón de la selva amazónica, dos protectores de la naturaleza: Roger, un inteligente y curioso tucán, y Carmen, una sabia y cariñosa tortuga. Juntos, pasaban los días explorando el bosque, ayudando a los animales y cuidando de las plantas.
Un día, mientras volaban entre las copas de los árboles, Roger y Carmen escucharon un rumor extraño.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Roger, moviendo sus alas con ansiedad.
"No lo sé, pero parece preocupante", respondió Carmen, con su mirada profunda.
Los dos amigos decidieron investigar. Al volar más lejos, se dieron cuenta de que un grupo de personas había llegado al bosque. Estaban con herramientas grandes y, de repente, Roger vio humo en el horizonte.
"¡Oh no! Están causando un incendio!" - gritó Roger, asustado.
"Debemos hacer algo, Roger. No podemos permitir que esto suceda. Si seguimos así, perderemos nuestro hogar y muchos animales quedarán desprotegidos" - explicó Carmen, decidida a actuar.
"¡Tengo una idea! Llamemos a los habitantes del bosque. Tal vez juntos podamos detener esta situación" - sugirió Roger.
Carmen sonrió. "¡Eso es genial!"
Y así, hicieron una reunión con los animales del bosque: los capibaras, los perezosos, los monos e incluso a las serpientes. Todos estaban muy preocupados.
"¡Necesitamos un plan!" - dijo Carmen. "No podemos dejar que sigan con esto. Debemos mostrarles por qué es importante proteger el bosque."
"Puedo volar y hablar con ellos. Tal vez les explique lo que están haciendo y por qué es malo para todos" - propuso Roger.
"Y yo puedo ser la voz de los animales, los humanos deben saber que también tenemos derechos en esta selva" - agregó Carmen.
Cuando se acercaron a los humanos, Roger voló sobre ellos y comenzó a hablar. "Hola, amigos. Soy Roger, el tucán. Este bosque es nuestro hogar, y está lleno de vida y magia.
Los humanos se detuvieron, sorprendidos.
"¿Un tucán hablando? ¿Qué es esto?" - se preguntó uno de ellos, rascándose la cabeza.
"Sí, así es. Y debo decirles que lo que están haciendo puede hacer mucho daño. La selva da aire fresco, comida, y hogar a muchos seres vivos. Si cortan los árboles y prenden fuego, todo esto se perderá" - continuó Roger.
Carmen, desde su lugar, también habló. "Nosotros, los animales, nos sentimos muy tristes y asustados. ¿Qué pasará con nuestras casas?"
Los humanos comenzaron a mirar en silencio. Uno de ellos, una joven llamada Sofía, se acercó. "¿Qué podemos hacer para ayudar?"
"¡Plantemos árboles! Y vamos a usar herramientas que no dañen la selva!" - dijo Carmen emocionada. "También podemos organizar charlas y actividades para educar a otros sobre cómo cuidar nuestro hogar."
Sofía miró a sus compañeros. "¡Eso suena excelente! Vamos a hacerlo."
Los humanos, de la mano con los animales, comenzaron a plantar árboles y a apagar el fuego que había comenzado. Al poco tiempo, el humo se disipó y el bosque empezó a brillar en todo su esplendor.
Todos en la selva cantaron alegres, celebrando su triunfo.
"¡Viva el Amazonas!" - gritó Roger.
"¡A partir de hoy todos juntos cuidaremos de nuestra selva!" - exclamó Carmen.
Y así, el bosque se convirtió en un lugar aún más hermoso, lleno de árboles nuevos y animales que se sentían seguros. Cada año, celebraban el Día del Amazonas, donde humanos y animales compartían consejos sobre cómo proteger el bosque.
Roger y Carmen se convirtieron en los héroes de la selva, y a partir de ese día, siempre que veían un problema, sabían que trabajar juntos era la mejor manera de encontrar una solución. Y así, Roger y Carmen continuaron cuidando su hogar, enseñando a otros la importancia de amar y proteger la naturaleza, porque, al final del día, todos formamos parte de la misma historia en este bello planeta.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.