Rojo Manzana y la Aventura de la Amistad
En un colorido huerto de la ciudad de Manzanópolis, vivía una manzana roja muy especial llamada Rojo Manzana. A pesar de ser la manzana más brillante y jugosa del árbol, Rojo Manzana se sentía un poco solitaria. Las otras frutas, como las peras, los plátanos y las uvas, siempre jugaban entre ellas y se reían, mientras que Rojo Manzana miraba desde la rama de su árbol.
Un día, decidió que era momento de cambiar su situación y se dio un empujoncito para caer al suelo.
"- ¡Voy a hacer amigos!" - exclamó mientras rodaba hacia el centro del huerto.
Al llegar, notó que un grupo de frutas estaba organizando un gran juego del escondite. A Rojo Manzana le brillaron los ojos de emoción.
"- ¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó entusiasmada.
Las frutas se detuvieron un instante y la miraron con curiosidad. Una pera, muy simpática, respondió:
"- Bueno... no sé si un rojo brillante como vos puede esconderse bien..."
Rojo Manzana sintió que su corazón se encogía. Pero no se dio por vencida.
"- Puedo mostrarles que sí lo puedo hacer, solo denme una oportunidad" - insistió.
Los otros se miraron entre sí, algo dudosos. Pero al final, la pera les lanzó un guiño y les propuso darle una oportunidad a Rojo Manzana.
"- ¡Está bien! ¡Pero no te olvides de esconderte bien!" - dijo la pera.
Se empezó el juego y, para sorpresa de todos, Rojo Manzana no solo se escondió efectivamente detrás de un arbusto, sino que lo hizo de una forma tan divertida y creativa que todos estallaron en risas.
Después de que la fruta eligiera a la siguiente que lo intentara encontrar, comenzaron a jugar con más ganas.
Pasaron las horas y, a medida que el sol comenzaba a ocultarse, Rojo Manzana se dio cuenta de algo importante.
"- Miren, ¡hace tiempo que no me siento tan feliz!" - exclamó.
Los demás, emocionados por haber encontrado una nueva amiga, se acercaron a ella.
"- No sabíamos que podías ser tan divertida, Rojo Manzana. ¡Nunca más te dejaremos fuera de nuestras aventuras!" - dijo un plátano, lleno de alegría.
De repente, mientras todos celebraban su nueva amistad, un viento fuerte comenzó a soplar. Las frutas se asustaron y comenzaron a moverse de un lado a otro.
"- ¡Ay, se viene una tormenta! Debemos refugiarnos!" - gritó la uva.
Rojo Manzana, aunque pequeña, pensó rápidamente.
"- ¡Vengan conmigo, yo conozco un lugar seguro!" - dijo, dirigiéndolos hacia un gran árbol que ofrecía sombra y protección.
Todos corrieron detrás de Rojo Manzana y, al llegar al árbol, encontraron un lugar perfecto bajo sus ramas. El viento soplaba fuerte, pero ellos estaban a salvo.
"- ¡Gracias, Rojo Manzana! ¡Eras la brillante manzana que nunca imaginamos!" - dijo la pera de antes, dándole un beso en la piel roja.
Las frutas se acurrucaron bajo las ramas y esperaron que la tormenta pasara, compartiendo historias y risas. Fue en ese momento que Rojo Manzana se dio cuenta de que había encontrado no solo amigos, sino una familia con la que compartir aventuras.
Cuando la tormenta finalmente se calmó, el sol brilló nuevamente sobre el huerto. Y, a partir de ese día, Rojo Manzana ya no se sentía sola. Había aprendido que ser diferente era lo que la hacía especial, y que la verdadera amistad se construye cuando uno es valiente y se muestra tal cual es.
Desde entonces, Rojo Manzana organizó juegos y aventuras en el huerto, siempre recordando que la confianza y la amistad son las herramientas más poderosas para mantener a raya la tristeza.
Y así, el huerto de Manzanópolis se llenó de risas y colores, gracias a la pequeña manzana que nunca se rindió y encontró su lugar en el mundo.
FIN.