Roma en el bosque de las lentejas y las mandarinas


Había una vez en el mágico bosque de las lentejas y las mandarinas, una conejita llamada Roma que vivía junto a su amiga María, la zanahoria más dulce de todo el bosque. Un día, Roma decidió que quería preparar una deliciosa ensalada de frutas y verduras, así que se puso en camino junto a María en busca de mandarinas y manzanas.

- 'María, ¿crees que encontraremos las mandarinas y las manzanas más jugosas del bosque?' preguntó Roma con entusiasmo.

- 'Seguro que sí, Roma. Solo tenemos que buscar en el claro del bosque, allí es donde suelen crecer las frutas más deliciosas', respondió María con una sonrisa.

Mientras caminaban, se encontraron con don Cebollín, el sapito que les dijo que las mandarinas y las manzanas estaban en el otro lado del río, pero que la corriente estaba muy fuerte. Sin embargo, les ofreció su ayuda para cruzar.

- '¡No se preocupen, yo las ayudaré a cruzar el río!', exclamó don Cebollín. Con su sabiduría y fuerza, logró llevar a Roma y a María al otro lado del río.

Finalmente, llegaron al claro del bosque y encontraron las mandarinas más jugosas y las manzanas más rojas y apetitosas que jamás habían visto. Llenaron la cesta con las frutas y se dispusieron a regresar a su hogar.

En el camino de regreso, se encontraron con Lucas, el pajarito carpintero, quien les contó que en el camino de vuelta al hogar, había una gran colina que debían escalar.

- 'No se preocupen, ¡yo las ayudaré a subir la colina!', dijo Lucas con alegría. Así, con la ayuda de Lucas, lograron subir la colina y regresar a su hogar con las frutas para preparar la deliciosa ensalada.

Al llegar a casa, Roma y María se pusieron a preparar la ensalada con mucho amor y cuidado. Invitaron a todos sus amigos del bosque a compartir el festín y disfrutaron de la deliciosa comida que habían preparado juntos. Todos se sorprendieron con el sabor de la ensalada y agradecieron a Roma, María, don Cebollín y Lucas por haber trabajado en equipo para conseguir las frutas y llegar a casa. Desde entonces, en el bosque de las lentejas y las mandarinas, aprendieron que con amistad y ayuda mutua, cualquier tarea se puede lograr.

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