Roma y el árbol de los sueños



Roma era una niña curiosa y llena de energía que vivía en una pequeña casa cerca de un bosque encantado. Un día, mientras jugaba en el jardín, descubrió un árbol muy especial.

Este árbol, llamado el árbol de los sueños, tenía hojas de colores brillantes y emanaba un resplandor mágico. Roma se acercó al árbol y escuchó una suave voz que le dijo: 'Soy el guardián de los sueños, Roma.

Aquellos que creen en sus sueños y trabajan duro para alcanzarlos, pueden verlos realizados bajo mis ramas'. Emocionada por esta revelación, Roma decidió compartir su descubrimiento con su abuela, quien siempre le contaba historias fantásticas.

- Abuela, encontré el árbol de los sueños en el bosque, ¡es mágico! - exclamó Roma. - ¡Oh, qué maravilla, Roma! - respondió la abuela con una sonrisa. - Será una aventura inolvidable. Pero recuerda que para que los sueños se hagan realidad, debes esforzarte y tener paciencia.

Entonces Roma decidió que su sueño era aprender a dibujar. Todos los días, se sentaba junto al árbol de los sueños con su cuaderno y sus crayones, y practicaba dibujando animales, flores y paisajes.

A medida que pasaban las semanas, Roma notó que sus dibujos mejoraban cada vez más. Un día, el árbol de los sueños le susurró: 'Roma, has demostrado dedicación y compromiso con tu sueño. Ahora es el momento de que veas el resultado'.

Al mirar hacia abajo, Roma vio cómo sus dibujos cobraban vida, convirtiéndose en criaturas mágicas que danzaban a su alrededor. Llena de felicidad, decidió compartir su don con su familia y amigos, llevando alegría a todos los que la rodeaban.

Y así, Roma descubrió que, con determinación y esfuerzo, los sueños pueden hacerse realidad. El árbol de los sueños se convirtió en su confidente y guía para alcanzar nuevos sueños y convertirse en la mejor version de ella misma.

FIN.

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