Román y el Misterio de la Pasta de Dientes



Había una vez un ratoncito llamado Román que vivía en un pequeño agujero en la pared de la casa de Andrea. Román era muy curioso y le encantaba explorar el mundo humano. Sin embargo, había algo que aún no había aprendido: la importancia de lavarse los dientes.

Cada noche, cuando la luna brillaba en el cielo y Andrea se preparaba para dormir, Román salía sigilosamente de su agujero y corría al baño. Allí, se subía a la repisa y abría la tapa del tubo de pasta de dientes, usando su pequeño cepillo de dientes que le había hecho una amiga ratona.

Román creía que si repetía el movimiento de Andrea, conseguiría unos dientes saludables como los de ella. Pero solo lo hacía cuando creía que no había nadie por ahí. Sin embargo, una noche, Andrea decidió quedarse un poco más en el baño para leer un libro antes de acostarse.

Cuando vio a Román lavándose los dientes, no podía creerlo.

"¡Pero qué sorpresa!" - dijo Andrea asombrada.

"¡Hola! No te asustes, soy Román, el ratoncito de la pared... Estoy aprendiendo a lavarme los dientes" - respondió Román, un poco avergonzado.

Andrea sonrió y se agachó para hablarle.

"Qué bien que lo intentes, Román, pero no creo que estés usando la pasta de dientes de la manera correcta. ¿Te gustaría que te enseñe a hacerlo adecuadamente?"

Román se iluminó.

"¡Sí, me encantaría! Pero no quiero causarte problemas, a veces mi estómago tiene hambre y salgo por tu comida. No quiero que pienses que soy un ladrón" - dijo con un tono triste.

"No te preocupes. Te propongo un trato. Si me prometes no comer más de lo necesario y me ayudas a mantener el lugar limpio, yo te enseñar a cuidar de tus dientes" - dijo Andrea con una gran sonrisa.

Román asintió emocionado y así comenzaron sus clases nocturnas sobre la higiene dental. Andrea enseñó a Román la importancia de cepillarse los dientes por la mañana y por la noche. Juntos hicieron una rutina divertida: primero, mojaban el cepillo, luego ponían la pasta de dientes (esta vez la suficiente) y cantaban una canción para que el cepillado fuera más ameno.

"¡Mira, Román! Cada vez que cepillas tus dientes, los cuidas y previenes caries" - decía Andrea mientras mostraba al ratón su cepillo.

"¡Es como una fiesta de limpieza!" - exclamó Román mientras bailaba por la mesada.

A medida que pasaban las noches, Román se volvía cada vez más hábil en el cuidado de su boca. Andrea se dio cuenta de que Román no solo se estiraba a su pasta, sino que también estaba ayudando a mantener el baño más ordenado. Sin embargo, una mañana, Andrea se despertó y notó algo extraño. Su pasta de dientes estaba casi terminada y comenzó a sospechar que Román estaba usando mucho más de lo que creía.

"Román, ¿te has estado pasando con la pasta de dientes?" - le preguntó.

"Es que es tan rica y tengo tantas ganas de que mis dientes estén súper limpios" - contestó el ratoncito tratando de ocultar su culpa.

"Recuerda, amigo, que no necesitamos usar demasiado. La cantidad justa es lo mejor para tus dientes y para que yo tenga pasta de dientes para todos los días" - dijo Andrea con paciencia.

Román comprendió y prometió usar solo lo necesario.

"Lo siento mucho, voy a aprender a ser más responsable" - aseguró.

A partir de ahí, Andrea y Román establecieron un método, así el ratón podía cepillarse los dientes sin abusar de la pasta, a la vez que continuaba disfrutando de su canción y su danza. Andrea también le dio algunas migajas de pan y semillas como aperitivo para que no pasara hambre, mientras mantenía todo limpio, un trato perfecto.

Finalmente, llegó el día en que Andrea tenía que ir al dentista.

"¿Puedo ir contigo?" - preguntó Román.

"¡Claro! Pero solo si eres muy silencioso y no haces ruido" - respondió ella.

Cuando llegaron, Román se escondió en el bolsillo de Andrea y observó cómo los doctores revisaban los dientes de ella.

"¡Mirá, Román! Cada vez que cuido mis dientes, me premian con sonrisas" - le dijo ella al ratoncito.

Desde entonces, Román no solo aprendió a cuidar de sus dientes, sino que también comprendió que la limpieza y la salud son un trabajo en equipo. Era el mejor ratón dental de toda la casa de Andrea, y juntos vivieron muchas más aventuras, aprendiendo sobre la higiene y la amistad.

Así, Román, el pequeño ratoncito, se convirtió en un gran defensor de la salud dental, compartiendo su historia con todos los ratones del vecindario. Y así, el misterioso robo de pasta de dientes se transformó en una maravillosa historia de amistad y aprendizaje. Fin.

FIN.

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