Romeo y la travesía andina


Había una vez un perro salchicha llamado Romeo que vivía en la ciudad de Mendoza, Argentina. Romeo era un perro muy curioso y aventurero, siempre buscaba nuevas experiencias.

Un día, mientras paseaba por el parque, conoció a dos niños traviesos llamados Joaquín y Martín. Los niños quedaron encantados con Romeo y se hicieron amigos rápidamente. Desde ese momento, los tres se volvieron inseparables y comenzaron a planear aventuras juntos.

Un día, mientras jugaban en el parque, Joaquín propuso una idea loca: "¿Qué pasaría si cruzamos los Andes con Romeo?". Martin al principio no estaba muy convencido de la idea pero luego pensó que sería emocionante hacer algo así juntos.

Así fue como comenzó su gran aventura. La noche anterior a su partida, los niños prepararon todo lo necesario para el viaje: comida para ellos y para Romeo, agua fresca y mantas calientes para las noches frías de montaña.

Al amanecer del día siguiente emprendieron su camino hacia la cordillera de los Andes. El paisaje era impresionante: montañas nevadas rodeadas de hermosos lagos cristalinos. Después de caminar por horas llegaron al pie de la montaña más alta que debían subir.

Los niños estaban agotados pero decididos a seguir adelante. "No sé si podemos hacer esto"- dijo Martin preocupado. "¡Claro que podemos!"- respondió Joaquín animándolo"Somos valientes como Simón Bolívar".

Así fue como comenzaron a subir la montaña con mucha dificultad debido a la nieve y el frío intenso. Romeo, por su parte, estaba muy emocionado corriendo de un lado a otro. De repente, una tormenta de nieve los sorprendió en medio del camino.

Los niños comenzaron a tener miedo y a sentir que no podrían continuar. Pero entonces Romeo apareció con un gran trozo de salchicha en la boca y se lo ofreció a sus amigos como si les dijera "¡No se preocupen! ¡Podemos hacerlo!".

Los niños tomaron fuerzas gracias al gesto de Romeo y siguieron adelante hasta que finalmente llegaron al otro lado de la montaña. Estaban felices y orgullosos de sí mismos por haber logrado algo tan grande juntos. "¡Lo hicimos!"- exclamó Martin.

"¡Sí! Somos unos verdaderos aventureros"- dijo Joaquín mientras acariciaba a Romeo. Desde ese día, los tres amigos aprendieron que juntos podían superar cualquier obstáculo.

Y así fue como continuaron teniendo grandes aventuras juntos, siempre confiando en su valentía mutua y apoyándose cuando las cosas se ponían difíciles.

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