Romi y el mágico mundo de la amistad



Era un soleado día de primavera en el barrio de la ciudad donde vivía Romi, una niña llena de energía y curiosidad. Su mejor amigo, Nacho, siempre la acompañaba en sus aventuras. Un día, mientras exploraban el parque, Romi encontró una pequeña cueva oculta detrás de unos arbustos.

"- ¡Mirá Nacho!", gritó emocionada Romi, apuntando a la cueva.

"- ¡Vamos a ver qué hay dentro!", respondió Nacho, intrigado.

Ambos se adentraron en la cueva y, para su sorpresa, encontraron un pequeño mono de pelaje brillante que estaba sentado en una roca.

"- Hola, soy Facha, y estoy aquí para ayudarles a encontrar un tesoro mágico si se atrevan a seguirme!", dijo el mono moviendo su cola con entusiasmo.

"- ¡Sí, queremos!", exclamó Romi. Nacho asintió con la cabeza, aunque un poco nervioso.

El mono los llevó por un camino lleno de luces brillantes y colores vibrantes. De repente, llegaron a un cruce con dos caminos: uno que parecía sencillo y otro que se veía complicado, lleno de piedras y ramas.

"- Para encontrar el tesoro, deben elegir un camino", dijo Facha, mirando fijamente a ambos.

"- Yo creo que debemos ir por el camino fácil", sugirió Nacho.

"- Pero si elegimos el complicado, quizás aprendamos algo nuevo", respondió Romi pensativa.

Finalmente, decidieron ir por el camino complicado. Mientras caminaban, enfrentaron muchos desafíos: tuvieron que cruzar un pequeño río, trepar un árbol y esquivar algunos barrotes que aparecieron de repente.

"- Esto es difícil, pero lo estamos logrando juntos", mencionó Romi, entusiasmada.

"- Sí, hay que seguir adelante! ¡Nosotros podemos!", añadió Nacho motivado. Facha aplaudía desde un lado, contento de ver el esfuerzo de sus nuevos amigos.

Luego de mucho trabajo, los tres llegaron a un claro donde había un gran baúl dorado. "- ¡Aquí está!", gritaron los tres al unísono.

Al abrir el baúl, encontraron no oro ni joyas, sino un montón de libros brillantes. "- Esto es aún mejor que un tesoro. Estos libros están llenos de historias y sabiduría!", dijo Facha.

"- Podemos compartir estas historias con todo el mundo", agregó Nacho.

"- ¡Sí! Aprenderemos juntos y nos volveremos más sabios!", exclamó Romi, con una sonrisa radiante.

Decidieron llevarse los libros de vuelta a su barrio, donde invitaron a todos sus amigos a leer y aprender juntos. Así, cada tarde, Romi, Nacho y Facha organizaban cuenta cuentos en el parque, y poco a poco se formó una hermosa comunidad que disfrutaba de la lectura y la amistad.

Una tarde, mientras leían un cuento sobre la valentía, Facha dijo:

"- ¿Vieron? No siempre se trata de buscar tesoros materiales, a veces lo mejor de la vida es compartir y aprender juntos."

Y así, Romi, Nacho y Facha aprendieron que el verdadero tesoro se encontraba en la amistad y el conocimiento que podían compartir con los demás.

FIN.

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