Romina y el Gran Concurso de Nado



Había una vez en un pequeño pueblo lleno de flores y risas, una niña llamada Romina. Ella era conocida en toda la comunidad por su alegría contagiosa y su amor por el agua. Cada tarde, después de hacer su tarea, Romina corría hacia la pileta del parque, donde nadaba como si el agua fuera su segundo hogar. Pero eso no era todo; a Romina también le encantaban los gatitos y, cuando no estaba nadando, disfrutaba jugando con su pequeño amigo, Tomás.

Un día, mientras jugaban juntos en el parque, Romina vio un cartel colorido que decía:

"¡Gran Concurso de Nado en la pileta del pueblo!

Premio: ¡Un regalo sorpresa!"

"¡Tomás, debemos inscribirnos!" - dijo Romina, emocionada.

"Sí, pero... ¿qué si no ganamos?" - contestó Tomás, algo nervioso.

"No importa, lo que cuenta es participar y divertirnos. Además, ¡todos los nadadores son bienvenidos!" - respondió Romina, convencida.

Así que, con un brillo en los ojos, Romina y Tomás se inscribieron al concurso. En su camino de regreso, se encontraron con una gata callejera que tenía a sus cinco adorables gatitos. Romina, con su corazón lleno de amor por los animales, se acercó a acariciar a los pequeños.

"¡Qué lindos que son!" - exclamó Romina mientras los gatitos jugaban a sus pies.

"¡Me encantaría llevar uno a casa!" - dijo Tomás, sonriendo.

"Podríamos hacerlo después del concurso, así tenemos una buena razón para celebrar!" - sugirió Romina.

Sin embargo, los días pasaron y Romina se sentía cada vez más insegura sobre el concurso. Se escuchaban historias de los competidores más experimentados, y comenzó a dudar de sí misma.

Una tarde, mientras practicaba en la pileta, Romina escuchó a varios chicos hablando de sus impresiones sobre ella:

"Romina es buena nadando, pero no creo que gane..." - dijo uno.

"Sí, tiene que enfrentar a los mejores. No creo que aguante." - murmulló otro.

Romina sintió que su corazón se hundía. Fue entonces cuando Tomás se acercó a ella:

"¿Por qué estás triste, Romi?" - preguntó.

"Creo que no soy suficiente, Tomás. Todos piensan que no puedo ganar..." - suspiró.

"Pero a mí me encanta cómo nadas. Lo más importante es que te diviertas. No dejes que lo que piensen los demás te detenga" - animó Tomás.

Las palabras de su amigo calaron hondo en el corazón de Romina, y decidió que no se dejaría vencer por el miedo. En vez de enfocarse en los demás, comenzó a entrenar y a disfrutar de cada momento en el agua.

El día del concurso llegó, y el parque estaba lleno de niños y adultos emocionados. Había música, risas y un ambiente festivo. Cuando Romina se acercó a la pileta, su corazón latía con fuerza. Al mirar a los competidores, sintió un ligero miedo, pero recordó lo que Tomás le había dicho.

"¡Recuerda divertirte, Romina!" - le gritó Tomás desde la orilla.

Romina se zambulló en el agua, sintiendo la frescura rodearla. Nadó con todas sus fuerzas, pero también con una sonrisa dibujada en su rostro. Disfrutaba cada brazada, los saltos, y la sensación del agua en su piel. Todos en el público la alentaban:

"¡Vamos, Romina!"

"¡Sos la mejor!"

Finalmente, llegó la meta, y aunque no llegó en primer lugar, su alegría y entusiasmo cautivaron a todos. Al salir del agua, los aplausos resonaron en el aire.

Un jurado le entregó a Romina una medalla especial:

"Por tu espíritu de superación y alegría inquebrantable, ¡te reconocemos como la mejor nadadora del concurso!"

"¡Gracias!" - gritó Romina, sonriendo de oreja a oreja.

Tomás corrió hacia ella y la abrazó fuertemente, y juntos fueron a buscar a los adorables gatitos que habían visto anteriormente. Al fin y al cabo, habían hecho de ese día uno muy especial y lograron celebrar su amistad.

Así, Romina aprendió que lo más valioso no era ganar, sino disfrutar de cada momento y no dejar que los miedos la detuvieran. Y aunque el tiempo pasó, nunca olvidó aquel concurso y la gran lección que le había regalado: el amor y la alegría siempre son los mejores premios que puedes llevarte.

Desde aquel día, Romina siguió nadando, cuidando de los animales y jugando con Tomás, recordando que cada día es una nueva oportunidad para ser feliz.

FIN.

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