Ronaldiño y el Sueño del Fútbol
Había una vez, en una pequeña ciudad de Brasil, un niño llamado Ronaldito. Desde muy pequeño, Ronaldito tenía un gran amor por el fútbol. No había día en que no se pusiera su camiseta de su equipo favorito, la Selección de Brasil, y saliera a jugar con su pelota en la calle. Todos en el barrio conocían su talento. Con solo seis años, podía hacer trucos increíbles y driblar a cualquier jugador en su grupo de amigos.
Un día, mientras jugaba en la plaza, se acercó un señor mayor.
"Hola, muchacho. Te veo jugar y tienes un don para el fútbol."
"¡Gracias, señor! Me encanta jugar. Sueño con ser un gran futbolista."
"Si te esfuerzas y sigues practicando, tal vez algún día lo logres. Pero recuerda, el fútbol no es solamente de ganar, también hay que disfrutarlo y jugar en equipo."
Esa frase quedó grabada en la mente de Ronaldito. Empezó a practicar todos los días después de la escuela, desde hacer malabares con la pelota hasta jugar partidos amistosos en el barrio. A pesar de su dedicación, había algo que le preocupaba. A veces, el miedo de no ser lo suficientemente bueno lo hacía dudar.
Un día, mientras entrenaba, se encontró con un grupo de chicos que estaban organizando un torneo en su vecindario. Todos los chicos querían participar, pero Ronaldito no estaba seguro de inscribirse.
"¿Qué pasa, Ronaldito?" preguntó su amigo Juancito. "¿Por qué no te anotas?"
"No sé, Juancito. Tengo miedo de no jugar bien y que todos se rían de mí."
"¡No seas tonto! El objetivo es divertirse y pasarla bien. Siempre puedes aprender de cada partido, ¡además todos quieren verte jugar!"
Con esas palabras, Ronaldito se llenó de valor y decidió inscribirse al torneo. El día del partido, la emoción era palpable. Sin embargo, cuando el silbato sonó, Ronaldito sintió los nervios aflorar. A medida que el juego avanzaba, se dio cuenta de que sus compañeros contaban con él, y eso lo hizo sentir más seguro.
Ronaldito comenzó a demostrar su habilidad en la cancha. Con cada pase, cada regate y cada tiro a puerta, el miedo se desvanecía. En un momento crucial del partido, el balón llegó a sus pies y con agilidad hizo una jugada espectacular que dejó a todos boquiabiertos. ¡GOL!"¡Increíble, Ronaldito! ¡Sos un crack!" gritó Juancito desde la banda.
Después de ese gol, su equipo ganó el partido y pasaron a la siguiente ronda. Ronaldito se dio cuenta de que jugar en equipo era fundamental y que se divertía like nunca antes. Sin embargo, en la siguiente ronda se enfrentaron a equipos más fuertes. A pesar de su esfuerzo, perdieron el partido.
"No puedo creer que hayamos perdido..." murmuró Ronaldito, cabizbajo.
"No te preocupes, amigo. El fútbol es así. Lo importante es que jugamos juntos y disfrutamos cada momento. ¡El próximo año seguro lo haremos mejor!" le dijo Juancito.
Esa derrota le enseñó a Ronaldito que no todo en la vida es ganar. Aprendió a levantarse después de una caída y a valorar el trabajo en equipo. Con esa lección en su corazón, siguió entrenando y participando en torneos. Con cada experiencia, se volvía más hábil y confiado.
Años más tarde, Ronaldito creció y, con su dedicación y perseverancia, llegó a ser un famoso futbolista, en el que muchos otros se inspiraban. Sin embargo, nunca olvidó las palabras del anciano y siempre compartía esa sabiduría con otros jóvenes jugadores.
"Recuerden, chicos, lo más importante es disfrutar del juego y ser buenos compañeros. Eso es lo que realmente hace grande al fútbol."
Ronaldito se convirtió en un ejemplo para muchos, siempre recordando sus raíces y el poder de la amistad. Y así, cada vez que jugaba, lo hacía con una sonrisa en su rostro, recordando que lo más bonito del fútbol es llevar alegría a los demás y disfrutar del camino, con sus logros y sus caídas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.