Roque y el miedo a las medialunas


Roque era un niño muy valiente y aventurero, pero tenía un gran miedo: las medialunas. Cada vez que veía una, se ponía a temblar y a gritar de terror.

Sus amigos no entendían por qué Roque le tenía miedo a algo tan delicioso como una medialuna. Un día, en la panadería del barrio, Roque vio unas hermosas medialunas recién horneadas.

Quiso acercarse para mirarlas de cerca, pero apenas las vio se puso a gritar y corrió hacia su casa. Su mamá lo encontró llorando en su habitación y le preguntó qué había pasado. Roque le contó sobre su miedo a las medialunas y cómo eso lo hacía sentir muy triste.

La mamá de Roque decidió que era hora de ayudarlo a superar ese miedo irracional. Así que planeó una salida al parque con sus amigos para el fin de semana siguiente.

El día llegó y Roque estaba nervioso por salir al parque donde sabía que habría muchas personas comiendo medialunas. Pero cuando llegaron allí, sus amigos lo animaron a jugar con ellos y olvidarse de sus miedos. De repente, uno de los amigos sacó un paquete lleno de...

¡medialunas! Roque quería salir corriendo otra vez, pero decidió quedarse ahí con ellos para enfrentar su miedo. "¿Por qué no pruebas solo un pedacito?", dijo uno de los niños mientras le ofrecía una pequeña porción. Roque respiró profundo y tomó el pedacito.

Para su sorpresa, no sintió ningún temor ni asco como antes. De hecho, la medialuna le pareció deliciosa. "¡Está buenísima! No sé por qué tenía tanto miedo antes", exclamó Roque con una sonrisa.

A partir de ese día, Roque dejó atrás su miedo a las medialunas y se convirtió en un niño más seguro de sí mismo. Aprendió que enfrentar nuestros temores nos hace más valientes y nos ayuda a crecer.

Y así, Roque vivió muchas aventuras más junto a sus amigos, sin dejar que el miedo lo detuviera nunca más.

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