Roqui y la lección de las prioridades



Roqui era un niño muy inquieto y alegre que siempre salía de casa con una sonrisa en el rostro.

Le encantaba ir de compras con su mamá, pero no tanto por la comida o las cosas necesarias, sino por algo en particular: los juguetes y las golosinas no tan saludables. Cada vez que llegaban a la tienda, Roqui corría emocionado hacia el pasillo de los dulces y los juguetes, señalando todo lo que le gustaría tener.

-Mamá, mamá, ¿puedo llevar este auto de carreras? ¡Es súper veloz! - exclamaba Roqui, agitando el juguete frente a su mamá.

-Y mirá estos caramelos, ¡son mis favoritos! ¡Por favor, puedo llevarme una bolsa grande? - pedía con ojos brillantes, sin darse cuenta de que ya tenía una colección de juguetes en casa y que las golosinas no saludables no eran buenas para su salud.

Su mamá, con tono cariñoso pero firme, le explicaba: -Roqui, ya tenemos muchos juguetes en casa y las golosinas no son buenas para nuestra salud si las comemos en exceso. Además, hoy necesitamos comprar frutas y verduras, que son más importantes para nuestra alimentación. Pero Roqui no entendía por qué no podía tener siempre lo que quería.

Un día, Roqui fue a visitar a su abuelita. Mientras jugaba con los juguetes que ella le regaló en Navidad, su abuelita le contó una historia muy especial.

-Hace muchos años, cuando yo era niña, no teníamos tantos juguetes ni golosinas como los que tenés vos. Mis padres tenían que cuidar muy bien su dinero y comprar solo lo necesario. Por eso, cuando recibía un regalo o una golosina no saludable, lo valoraba mucho más.

Roqui escuchaba atentamente, intrigado por la historia de su abuelita. -Además - continuó su abuelita -, aprendí que hay cosas más importantes que los juguetes y las golosinas. La familia, los amigos, la salud y la educación son prioridades en la vida.

Roqui reflexionó sobre las palabras de su abuelita y finalmente entendió la lección. Al llegar a casa, decidió hacer algo especial.

Le pidió a su mamá que lo llevara al supermercado y, en lugar de buscar juguetes y golosinas no saludables, eligió frutas y verduras frescas. -Mamá, quiero ayudarte a preparar una deliciosa ensalada para la cena. Y también quiero compartir mis juguetes con los niños que no tienen tantos como yo. Estoy aprendiendo que hay prioridades más importantes que los caprichos.

Desde ese día, Roqui valoró más las cosas simples y aprendió a priorizar lo que realmente importa. Y aunque de vez en cuando disfrutaba de una golosina, lo hacía con moderación, sabiendo que su salud era lo más valioso.

El pequeño Roqui creció recordando la importante lección que su abuelita le enseñó, y entendió que la felicidad no siempre está en tener muchos juguetes y golosinas, sino en valorar lo que se tiene y en compartir con los demás.

FIN.

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