Rosa Caramelo



Había una vez en el país de las golosinas, una niña llamada Rosa Caramelo. Ella vivía en una aldea dulce rodeada de caramelos de todos los colores y sabores.

A pesar de vivir en un mundo tan delicioso, Rosa tenía un gran problema: era la única golosina que no era dulce, sino salada. Rosa se sentía diferente y muchas veces triste por no encajar con los demás caramelos.

Un día, cansada de sentirse así, decidió emprender un viaje en busca de su lugar en el mundo. "¿Adónde vas, Rosa?", le preguntó su amiga Vainilla. "Al encuentro de un lugar donde sea aceptada como soy", respondió Rosa decidida.

En su trayecto, Rosa conoció a Coco, el osito de goma, quien la acompañó en su travesía. Juntos atravesaron el Bosque de Chocolate, navegaron por el Río Caramelo y escalaron la Montaña de Malvavisco. En cada lugar, Rosa demostró que, a pesar de ser salada, podía ser valiente, amable y solidaria.

Finalmente, llegaron a la Ciudad de las Golosinas. Allí, conocieron a Melisa, una niña que no podía disfrutar de las golosinas por ser diabética. Rosa se dio cuenta de que su sabor salado era justo lo que Melisa necesitaba.

Gracias a Rosa, Melisa podía disfrutar de la compañía de una amiga golosina. Rosa entendió que ser diferente no era algo malo, sino una cualidad única que la hacía especial. De regreso a su aldea, Rosa fue recibida como una heroína.

Todos los caramelos la admiraban por su valentía y generosidad.

A partir de ese momento, Rosa Caramelo entendió que no importa si eres dulce o salado, lo importante es cómo tratas a los demás y cómo haces brillar tu propia esencia en el mundo.

FIN.

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