Rosa, la Capibara Dormilona
Había una vez en un hermoso bosque lleno de aguas cristalinas y verdes praderas, una capibara llamada Rosa. Rosa era tan tierna y peludita que todos los animales la adoraban. Pasaba sus días disfrutando del sol y durmiendo a la sombra de los árboles. Sin embargo, había un pequeño problema: Rosa no escuchaba a sus padres.
Una brillante mañana, mientras el sol se asomaba, la mamá capibara, muy preocupada, se acercó a ella:
"Rosa, ¿podés dejar de dormir tanto? Necesitamos que me ayudes a recolectar hojas para el almuerzo."
Pero Rosa, con un gran bostezo, respondió:
"Ay mamá, no tengo ganas. Ahora estoy muy cómoda aquí, no puedo moverme."
El papá capibara, también preocupado, intervino:
"Rosa, es importante que aprendamos a trabajar en equipo. Si todos colaboramos, podemos disfrutar de un buen almuerzo juntos."
Rosa, en lugar de escuchar, se dio la vuelta y cerró los ojos nuevamente:
"¡Ay papá, no seas aburrido!".
Los padres de Rosa intercambiaron miradas preocupadas. Sabían que su hija era tierna y cariñosa, pero su falta de atención podría traer problemas.
Unas horas después, mientras los padres de Rosa estaban ocupados recolectando hojas, un extraño sonido interrumpió la paz del bosque. Era un fuerte crujido que venía de la dirección donde Rosa estaba durmiendo. De repente, se asomó una serpiente enredada entre las ramas.
La serpiente, con voz astuta, susurró:
"Hola, capibara dormilona. ¿No te gustaría acompañarme a buscar aventuras lejos de aquí? La vida es más divertida sin reglas."
Rosa, curiosa, parpadeó y estiró sus patitas:
"¿Aventuras? ¿De verdad? Suena emocionante, pero...".
Justo en ese momento, mamá capibara apareció corriendo:
"¡Rosa! No hables con extraños. Necesitamos que vuelvas con nosotros. Es peligroso.".
Pero Rosa, emocionada por la idea de la aventura, no les hizo caso:
"¡Déjenme! Quiero conocer el mundo más allá de este lugar aburrido!".
Fue entonces que la serpiente la condujo hacia un sendero misterioso, lleno de colores brillantes y criaturas extrañas. Rosa se sintió fascinada, pero pronto se dio cuenta de que no tenían nada de familiaridad. El sendero se volvió oscuro y poco amable.
Mientras se adentraba más en el bosque desconocido, comenzó a escuchar ruidos extraños y una brisa fría que le hizo temblar. Se sintió asustada y un poco desorientada.
Al darse cuenta de que había dejado atrás a sus padres, su corazón comenzó a latir más rápido. Un murmullo suave la napó. Ella recordó la voz de su mamá explicándole sobre la importancia de estar con la familia y ser responsable.
"¿Qué hice?" - pensó Rosa angustiada "Debí haber escuchado a mamá y papá. Ellos siempre quieren lo mejor para mí.".
Justo cuando estaba a punto de llorar, escuchó el llamado de su papá:
"Rosa, ¡estamos aquí! No te vayas lejos. Todo estará bien si estamos juntos!".
El sonido de la voz de su papá la llenó de energía. Entonces, decidió seguir el eco de la voz y encontró el camino de regreso. Al salir de la oscuridad, vio a sus padres buscando ansiosos. Cuando se acercó, sus ojos se llenaron de lágrimas.
"Lo siento, mama, papá. Me dejé llevar por la emoción y me olvidé de ustedes."
"No pasa nada, Rosa. Lo importante es que estés a salvo. Y recuerda que siempre estaremos aquí para guiarte." - dijo su mamá, llenándola de abrazos y cariño.
Desde ese día, Rosa entendió la importancia de escuchar a sus padres y ser parte de su familia. Aprendió que la vida era mucho más hermosa compartiéndola con los que amaba, y que las aventuras estaban bien, pero siempre era mejor hacerlas juntos.
Y así, Rosa, la capibara dormilona, se convirtió en la más responsable del bosque. Nunca más olvidó lo importante que era cuidar de su familia, y aunque seguía disfrutando de sus siestas, también dedicaba tiempo para ayudar a sus padres. Y todos vivieron felices en su hermoso bosque, siempre llenos de amor y en compañía.
FIN.