Rosa, Paco y la Magia de la Nieve



Era un hermoso día de invierno cuando Paco, un niño aventurero y lleno de energía, decidió que quería jugar en la nieve. Había escuchado historias sobre la magia de los paisajes nevados y deseaba compartir esa maravilla con su amiga Rosa. Sin embargo, Rosa siempre había sentido un gran miedo a la nieve. "¿Y si me caigo?", pensaba. A pesar de su incertidumbre, decidió acompañar a Paco, esperando que su amigo la motivara a superar su miedo.

Cuando llegaron a la montaña, los copos de nieve caían del cielo como si fueran plumas. Paco, entusiasmado, comenzó a correr por la nieve.

"¡Mirá, Rosa! ¡Es como un gigantesco algodón de azúcar!" - gritó Paco, haciendo muñecos de nieve que parecían cobrar vida.

Rosa lo observaba desde lejos, sintiendo que su corazón latía rápido. La idea de caerse y romperse algo la mantenía paralizada. Fue entonces cuando Sebastián, el hermano mayor de Paco, se acercó y notó la expresión de Rosa.

"Hola, Rosa. ¿Te gustaría acompañarnos? No es tan aterrador como parece" - le dijo Sebastián con una sonrisa.

"Pero ¿qué pasa si resbalo?" - respondió Rosa, un poco nerviosa.

"Todos caemos alguna vez, pero eso es parte de la diversión. Te prometo que estaré contigo todo el tiempo. ¡Vamos!" - animó Sebastián.

Finalmente, bajo la atenta mirada de sus amigos, Rosa accedió a probar. Se acercó lentamente a la nieve, sintiendo cómo el frío le acariciaba los pies. Cuando la nieve tocó sus manos, una chispa de curiosidad la invadió. Paco hizo una bola de nieve y le lanzó suavemente.

"¡Mirá! No duele, es solo un montón de nieve%" - dijo Paco riéndose.

Rosa sonrió por primera vez, sintiendo que una parte de su miedo comenzaba a desvanecerse. Inspirándose en el entusiasmo de sus amigos, ella también formó una bola de nieve, pero antes de lanzarla, la miró con un poco de miedo.

"Yo puedo hacerlo..." - se dijo a sí misma. Y, ¡zas! Lanzó la bola hacia Paco, quien se sorprendió y comenzó a reír.

"¡Eso fue increíble!" - exclamó Paco. "Ahora somos un equipo de guerreros de la nieve."

Su valentía creció un poco más. Con cada risa, cada bola de nieve que lanzaba, Rosa se sentía más segura de sí misma. Después de un rato, Sebastián sugirió:

"¿Qué les parece si hacemos un muñeco de nieve gigante?"

Paco y Rosa respondieron al unísono:

"¡Sí!"

Mientras trabajaban juntos, se pasaban la nieve de un lugar a otro, formaban partes del muñeco y decoraban con ramas y piedras que encontraron. Pronto, frente a ellos, apareció un hermoso muñeco de nieve, grande y gracioso.

"¡Es el mejor muñeco de nieve del mundo!" - gritó Rosa emocionada.

En ese momento, Rosa se dio cuenta de que había olvidado su miedo por completo. Estaba riendo, jugando, y disfrutando de la nieve. Fue entonces cuando llegó un sorpresivo grupo de niños de la escuela, quienes se unieron al juego.

"¡Hola! ¿Podemos jugar con ustedes?" - preguntó uno de ellos.

"¡Claro! ¡La nieve es para todos!" - respondió Paco, invitándolos a unirse.

Rosa había perdido todo el miedo y ahora disfrutaba despidiéndose de él. Jugaron durante horas: competir lanzando bolas de nieve, haciendo guerra de nieve y, por supuesto, construyendo más muñecos. Al finalizar el día, la nieve aún guardaba su brillo mágico, pero lo que su corazón guardaba era una nueva valentía.

"Gracias, Paco. Gracias, Sebastián. ¡Hoy fue el mejor día de mi vida!" - dijo Rosa, abrazándolos, llena de alegría.

"Cada vez que sientas miedo, recuerda que sólo es un paso hacia algo lindo. Todos podemos ser valientes cuando estamos con amigos" - le respondió Sebastián.

Paco, Rosa y Sebastián regresaron a casa, no solo con los rostros llenos de sonrisas, sino con un corazón repleto de recuerdos. Aprendieron que a veces, enfrentar lo que tememos es la verdadera aventura y que los amigos son los mejores compañeros para superarla. Y así, la magia del invierno se convirtió en una gran lección de amistad y valentía, garantizando que los inviernos nunca serían los mismos para Rosa, Paco y Sebastián.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!