Rosa y el Cuento Mágico



En un pequeño pueblo llamado Guapi, Cauca, vivía una mujer llamada Rosa. Desde muy niña, Rosa siempre soñó con aventuras que brillaban en su mente como estrellas. Su amor por la poesía y los cuentos la hacían sentir en un mundo lleno de magia.

Una mañana soleada, mientras caminaba por el río, encontró un libro antiguo, cubierto de hojas y flores. "¿Qué será esto?", se preguntó Rosa, con los ojos brillantes de curiosidad. Abrió el libro y, con asombro, vio que las páginas estaban llenas de poemas y cuentos.

"¡Debe ser un tesoro!", exclamó.

Rosa se llevó el libro a su casa y comenzó a leer. Cada cuento que leía la transportaba a lugares lejanos. En uno de ellos, encontró la historia de un joven guerrero que luchaba por su comunidad. "Esto es admirable", dijo Rosa, con una sonrisa en el rostro. "Las historias son poderosas, pueden cambiar el mundo".

Con el tiempo, Rosa decidió que quería compartir esas historias con los niños del pueblo. Así que organizó un taller de cuentos en la plaza central. "Vengan, niños y niñas, a escuchar historias mágicas y a crear las suyas!", invitó ella con entusiasmo. Los chicos se acercaron, llenos de curiosidad.

Entre risas y juegos, comenzaron a contar cuentos. Un día, mientras compartía su propia creación sobre un ave que nunca dejaba de volar, un niño llamado Lucas levantó la mano.

"¿Y si la ave encuentra un problema y no puede volar más?", preguntó, con preocupación.

"Esa es una gran pregunta, Lucas", respondió Rosa. "A veces, también hay obstáculos en nuestras vidas. Pero siempre podemos encontrar la manera de seguir adelante".

Los niños empezaron a compartir historias sobre desafíos y cómo superarlos, llenando la plaza de risas y reflexiones. Pero algo inesperado sucedió: en medio de la tarde, una nube oscura cubrió el sol y comenzó a llover muy fuerte. Todos se asustaron, y los niños comenzaron a gritar. "¡Ay, no! ¡Nuestro taller!", gritó una niña llamada Sofía. Rosa, viendo la preocupación en los rostros de los niños, tomó una decisión. "No se preocupen, vamos a transformar esta tormenta en algo especial!".

Rosa condujo a los niños bajo un gran árbol, donde la lluvia sonaba como un tambor. "Vamos a usar nuestra imaginación", les dijo. "Cada gota de agua trae consigo un cuento, y juntos vamos a crear una historia de tormenta".

Los niños se miraron, un poco confundidos, pero emocionados. Con la lluvia como telón de fondo, comenzaron a narrar historias increíbles sobre valientes príncipes, aldeas que se llenaban de flores después de la tormenta, y criaturas mágicas que bailaban bajo la lluvia.

"¡Sí! ¡Y cuando la lluvia se detenga, el sol volverá a brillar!", agregó Lucas, con una gran sonrisa.

Finalmente, la lluvia cesó y un arcoíris apareció en el cielo. "¡Miren! ¡Es nuestro cuento!", dijo Rosa. "Así como la tormenta, también hay momentos difíciles, pero siempre hay un arcoíris después".

Desde ese día, Rosa y los niños no solo aprendieron sobre el poder de las historias, sino también sobre cómo enfrentar los desafíos con valentía y optimismo. Rosa continuó organizando talleres, y cada cuento se convertía en una oportunidad para aprender y crecer juntos.

Y así, en Guapi, la mujer soñadora y sus pequeños amigos hicieron volar sus sueños y sus raíces, dejando una huella de esperanza y alegría en cada rincón del pueblo. Como decía Rosa, "Los cuentos son magia, y en cada uno de ellos encontramos un pedacito de nosotros mismos".

FIN.

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